miércoles, 22 de octubre de 2014

El triste y solitario final de "Tata Dios"

Por Martín Glade Para LA NACION 

TANDIL.- Eran las épocas en las que la patria todavía se terminaba de "cocinar a baño María". Y en las pampas más aún. En un principio de año de 1872, un grupo de criollos, al grito de "viva la religión, mueran los gringos y masones", asesinó sanguinariamente en Tandil a una treintena de personas, en un caso que conmocionó al país.
Otros ingredientes: la sospecha de que todo estuvo orquestado por adinerados y el asesinato del principal acusado de instigar la masacre, el médico "sanador" o curandero Gerónimo de Solané, bautizado "Tata Dios", ocurrido mientras estaba preso, aparentemente con la vista gorda de las autoridades. Todos condimentos de un caso en el que, todavía, no existe una única verdad. Una vez conocida la historia, es imposible no trasladarse imaginariamente a aquellos días ante los recuerdos que hoy permanecen dentro de las paredes del Museo Tradicionalista del Fuerte Independencia.
Aquel 1° de enero de 1872, y en aquel pueblo de poco más de 5000 personas, un grupo de gente de campo, hasta el momento con fama de apacible, tomó por asalto la sede del Juzgado de Paz local y tomó las armas de fuego que ahí había. En sus brazos llevaban una divisa rojo punzó (símbolo de los seguidores de Juan Manuel de Rosas). Y de inmediato, cumplieron con su salvaje proclama: a las pocas cuadras, atacaron a Santiago Imberti, un italiano que tocaba el órgano. En poco tiempo, todo fue terror. Primero fueron dos vascos que esperaban en una carreta para ingresar a la ciudad. Luego unos cuantos ingleses. Sin embargo, el golpe mayor lo dieron en el almacén de la familia Chapar, ubicado en De la Canal, donde asesinaron a 17 personas.
En medio del saqueo generalizado del lugar, sorprendió la destrucción del libro contable del almacenero, por entonces un documento público. Esto hizo sospechar que algunos de sus deudores, entre los que se contaba a buena parte de la sociedad tradicional, eran los instigadores del crimen. 


 

La revancha

Gracias a una fuerza policial apoyada por vecinos armados, el grupo fue apresado. Allí, comenzó "la revancha". En medio de un enfrentamiento que para muchos fue sólo un fusilamiento, varios de los asesinos, entre ellos su líder, Jacinto Pérez, murieron. Algunos lograron escapar. Sólo una veintena fueron detenidos. Muchos no se conocían entre sí, aseguraron actuar por órdenes del "médico Dios".
Todos fueron llevados a un calabozo, donde poco antes había sido trasladado Tata Dios, que siempre negó su participación en los hechos y había sido apresado en la estancia "La Argentina", donde ejercía la "medicina". Pero, ¿quién fue Gerónimo de Solané, alias "Tata Dios"? Había llegado a Tantil de la mano del estanciero Ramón Gómez, que lo convocó para curar las severas jaquecas de su esposa, Rufina Pérez.
Definido como canoso, y de larga barba blanca, pese a contar con entre 45 y 50 años, Solané, tras ganar la confianza de Gómez, instaló un centro de curaciones en el puesto La Rufina de la estancia. Para sus detractores, sus "poderes milagrosos y adivinatorios" sólo surgían de una avivada: escondido tras una tela escuchaba lo que los pacientes le relataban a su secretario. Para sus seguidores, que lo adoraban como a un profeta, podía todo lo que no alcanzaba la medicina tradicional. Pero nunca nadie escuchó de su boca una proclama que instara a semejante masacre. Siempre, en cambio, Jacinto Pérez hizo referencia a que encabezó el grupo armado porque el curandero lo había mandado con proclamas apocalípticas. Pero Solané no llegó al juicio. En la madrugada del 6 de enero, murió baleado desde una pequeña ventana en el calabozo en el que estaba custodiado por guardias y civiles armados. Su manta pampa, agujereada por algunos de los nueve impactos de bala que recibió, hoy se conserva en el Museo del Fuerte junto con el sumario de todas las actuaciones judiciales. Su entierro es otro de los grandes secretos de la aldea, pese a que, en base a distintos testimonios, se cree que fue sepultado en las puertas del viejo cementerio municipal, bajo la actual Plaza Moreno, para que fuese pisoteado por quienes llegaran al lugar, y de pie, para que no descansase en paz. 

 
 Gerónimo de Solané, autoproclamado salvador de la humanidad, 
desató una tragedia aún recordada en la zona. Con su prédica mesiánica 
exacerbó el odio contra los inmigrantes. Al amanecer del primer día de 1872, 
treinta y seis personas fueron víctimas de su fanatismo.

 Ajusticiado Solané, la situación se descomprimió un tanto, y tras un juicio con muchas falencias procesales que dejó líneas de investigación sin tratar, tres de los reos fueron condenados a muerte. Sólo dos, Cruz Gutiérrez y Esteban Lasarte fueron fusilados en la plaza principal, porque el restante, Juan Villalba, murió en su celda. Los restantes, fueron liberados o condenados a penas de hasta 15 años de cárcel. Pese a que el caso estuvo formalmente cerrado, en la ciudad de hoy persisten todavía muchos interrogantes sobre lo ocurrido en aquel pueblo. 

sábado, 18 de octubre de 2014

La Guerra de la Triple Alianza

Autor: Felipe Pigna
La guerra que enfrentó a la Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay, entre 1865 y 1870, respondió más a los intereses británicos y de acabar con un modelo autónomo de desarrollo como el paraguayo, que podía devenir en un "mal ejemplo" para el resto de América latina, que a los objetivos de unificación nacional y defensa del territorio proclamados por sus promotores.
El conflicto que terminó por enfrentar al Paraguay con la Triple Alianza, formada por Argentina, Brasil y Uruguay, tuvo su origen en 1863, cuando el Uruguay fue invadido por un grupo de liberales uruguayos comandados por el general Venancio Flores, quienes derrocaron al gobierno blanco, de tendencia federal y único aliado del Paraguay en la región.
La invasión había sido preparada en Buenos Aires con el visto bueno del presidente Bartolomé Mitre y el apoyo de la armada brasileña. El Paraguay intervino en defensa del gobierno depuesto y le declaró la guerra al Brasil.
El gobierno de Mitre se había declarado neutral pero no permitió el paso por Corrientes de las tropas comandadas por el gobernante paraguayo, Francisco Solano López. Esto llevó a López a declarar la guerra también a la Argentina.

Escena de la Guerra del Paraguay. Autor: Cándido López (pintor y ex-combatiente de la Guerra de la Triple Alianza). Museo de Bellas Artes. Argentina 


   Brasil, la Argentina y el nuevo gobierno uruguayo firmaron en mayo de 1865 el Tratado de la Triple Alianza, en el que se fijaban los objetivos de la guerra y las condiciones de rendición que se le impondrían al Paraguay. Hasta 1865 el gobierno paraguayo, bajo los gobiernos de Carlos Antonio López y su hijo Francisco Solano López, construyó astilleros, fábricas metalúrgicas, ferrocarriles y líneas telegráficas. La mayor parte de las tierras pertenecía al Estado, que ejercía además una especie de monopolio de la comercialización en el exterior de sus dos principales productos: la yerba y el tabaco. El Paraguay era la única nación de América Latina que no tenía deuda externa porque le bastaban sus recursos.
 Francisco Solano López Carrillo ( 1827 –  1870) segundo presidente 
constitucional de la República del Paraguay entre 1862 y 1870. 
Se desempeñó como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, 
presidente y jefe supremo de la nación paraguaya durante la Guerra de la Triple Alianza. 
 Sucedió como presidente a su padre Carlos Antonio López, 
que le había dejado a su hijo una nación próspera.

Decía Alberdi: "Si es verdad que la civilización de este siglo tiene por emblemas las líneas de navegación por vapor, los telégrafos eléctricos, las fundiciones de metales, los astilleros y arsenales, los ferrocarriles, etc., los nuevos misioneros de civilización salidos de Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, San Juan, etc., etc., no sólo no tienen en su hogar esas piezas de civilización para llevar al Paraguay, sino que irían a conocerlas de vista por la primera vez en su vida en el ‘país salvaje’ de su cruzada civilizadora" 1.
La impopularidad de la Guerra de la Triple Alianza, sumada a los tradicionales conflictos generados por la hegemonía porteña, provocó levantamientos en Mendoza, San Juan, La Rioja y San Luis.
El caudillo catamarqueño Felipe Varela lanzó una proclama llamando a la rebelión y a no participar en una guerra fratricida diciendo: "Ser porteño es ser ciudadano exclusivista y ser provinciano es ser mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos. Esta es la política del gobierno de Mitre. Soldados Federales, nuestro programa es la práctica estricta de la Constitución jurada, el orden común, la amistad con el Paraguay y la unión con las demás repúblicas americanas" 2.
A pesar de contar con un importante apoyo popular, Varela fue derrotado por las fuerzas nacionales en 1867. Como decía la zamba de Vargas, nada podían hacer las lanzas contra los modernos fusiles de Buenos Aires.
La participación argentina en la guerra respondía también al interés del gobierno en imposibilitar una posible alianza entre las provincias litorales y el Paraguay.
La guerra era para los paraguayos una causa nacional. Todo el pueblo participaba activamente de una guerra defensiva. Los soldados de la Triple Alianza peleaban por plata o por obligación. Esto llevó a los paraguayos a concretar verdaderas hazañas militares, como el triunfo de Curupaytí, donde contando con un armamento claramente inferior, tuvieron sólo 50 muertos frente a los 9.000 de los aliados, entre ellos Dominguito, el hijo de Domingo Faustino Sarmiento.
Decía La Nación, el diario de Mitre, decía: "Algunos miopes creen que el fanatismo de los paraguayos es el temor que tienen al déspota (Solano López) y explican su servilismo por el sistema rígido con que son tratados. Soy de diferente opinión: ¿cómo me explica usted que esos prisioneros de Yatay, bien tratados por los nuestros y abundando en todo, se nos huyan tan pronto se les presenta la ocasión para ir masivamente a engrosar las filas de su antiguo verdugo?" 3
Mitre trataba de explicar las dificultades de la guerra echándole la culpa a la creciente oposición interna: "¿Quién no sabe que los traidores alentaron al Paraguay a declararnos la guerra? Si la mitad de la prensa no hubiera traicionado la causa nacional armándose a favor del enemigo, si Entre Ríos no se hubiese sublevado dos veces, si casi todos los contingentes de las provincias no se hubieran sublevado al venir a cumplir con su deber, si una opinión simpática al enemigo extraño no hubiese alentado a la traición ¿quién duda que la guerra estaría terminada ya?"4
En nuestro país, la oposición a la guerra se manifestaba de las maneras más diversas, entre ellas, la actitud de los trabajadores correntinos, que se negaron a construir embarcaciones para las tropas aliadas y en la prédica de pensadores que, como Juan Bautista Alberdi y José Hernández, el autor del Martín Fierro, apoyaban al Paraguay.
En 1870, durante la presidencia de Sarmiento las tropas aliadas lograron tomar Asunción poniendo fin a la guerra. El Paraguay había quedado destrozado, diezmada su población y arrasado su territorio.
Mitre había hecho un pronóstico demasiado optimista sobre la guerra: "En veinticuatro horas en los cuarteles, en quince días en campaña, en tres meses en la Asunción" 5.
Pero lo cierto es que la guerra duró casi cinco años, le costó al país más de 500 millones de pesos y 50.000 muertos. Sin embargo, benefició a comerciantes y ganaderos porteños y entrerrianos cercanos al poder, que hicieron grandes negocios abasteciendo a las tropas aliadas.
El general Mitre declaró: "En la guerra del Paraguay ha triunfado no sólo la República Argentina sino también los grandes principios del libre cambio (...) Cuando nuestros guerreros vuelvan de su campaña, podrá el comercio ver inscripto en sus banderas victoriosas los grandes principios que los apóstoles del libre cambio han proclamado" 6.
Por el tratado de la Triple Alianza, se establecía que los aliados respetarían la integridad territorial del Paraguay. Terminada la guerra, los ministros diplomáticos de los tres países se reunieron en Buenos Aires. El ministro de Relaciones Exteriores de Sarmiento, Mariano Varela expresó: "La victoria no da a las naciones aliadas derecho para que declaren, entre sí, como límites suyos los que el tratado determina. Esos límites deben ser discutidos con el gobierno que exista en el Paraguay y su fijación será hecha en los tratados que se celebren, después de exhibidos, por las partes contratantes, los títulos en que cada una apoya sus derechos". 7
El embajador del Brasil en Argentina, Barón de Cotepige, negoció separadamente con el Paraguay tratados de límites, de paz, de comercio y navegación. Esto provocó el enojo de la Argentina, que decidió enviar a Río una misión diplomática encabezada por Mitre. Al ser recibido por el ministro brasileño, dijo el delegado: "Me es grato hacer los más sinceros votos por la prosperidad y el engrandecimiento de la Gran Nación Brasileña, unida a la Argentina, sin olvidar la República Oriental del Uruguay, y por la gloria y sacrificios comunes de dos décadas memorables de lucha contra dos bárbaras tiranías que eran el oprobio de la humanidad y un peligro para la paz y la libertad de estas naciones".8
Lo cierto es que Brasil sí pensaba que la victoria daba derechos: saqueó Asunción, instaló un gobierno adicto y se quedó con importantes porciones del territorio paraguayo.
El regreso de las tropas trajo a Buenos Aires, en 1871, una terrible epidemia de fiebre amarilla contraída por los soldados en la guerra. La peste dejó un saldo de trece mil muertos e hizo emigrar a las familias oligárquicas hacia el Norte de la ciudad, abandonando sus amplias casonas de la zona Sur. Sus casas desocupadas fueron transformadas en conventillos.


Referencias:
1 Milcíades Peña, La era de Mitre. De Caseros a la Triple Infamia, Buenos Aires, Fichas, 1972, págs. 56-57.
2 Norberto Galasso, Felipe Varela: un caudillo latinoamericano, Editorial del Noroeste 1975, pág 50.
3 Milcíades Peña, Op. cit., págs. 80-81.
4 Milcíades Peña,Op. cit., pág. 92.
5 Miguel Ángel de Marco, La guerra del Paraguay, Buenos Aires, Planeta, 2003, pág. 39.
6 Bartolomé Mitre, Arengas, Buenos Aires, Librería de Mayo, 1889.
7 Andrés Cisneros y Carlos Escudé, Historia general de las relaciones exteriores de la República Argentina, Tomo VI, Buenos Aires, Comité Argentino de Relaciones Internacionales-Grupo Editor Latinoamericano, 1999.
8 Archivo del general Mitre, Buenos Aires, Biblioteca de la Nación, 1911.

Fuente:http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/organizacion_nacional/guerra_de_la_triple_alianza.php