viernes, 4 de octubre de 2013

Civilizaciones americanas

Unidad temática Nro 2: CIVILIZACIONES AMERICANAS

Trabajo Práctico Nº  8 de Historia y Geografía del 1er Ciclo  
Tema: Poblamiento americano, cazadores recolectores y primeros asentamientos mesoamericanos y andinos
    Los primeros habitantes de América llegaron al continente hace aproximadamente 30.000 años. Según los especialistas, estos pueblos provenían del continente asiático e ingresaron al continente americano a través de un “puente” terrestre que se formó en el actual estrecho de Bering durante las épocas de glaciación.
     Durante miles de años estos grupos humanos, fueron distribuyéndose desde el extremo norte del continente hasta alcanzar la zona de Tierra del Fuego. Estos grupos llevaban una vida nómada y en consecuencia, sus economías estaban limitadas por la caza de animales, la recolección de frutos silvestres y la pesca y se trasladaban continuamente  en busca de nuevas y mejores fuentes de alimentación y refugio.
     A partir del dominio de las técnicas de la agricultura, estos pueblos comenzaron a establecerse en algunas zonas en forma permanente, construyendo edificaciones y creando las bases de las civilizaciones americanas. Las zonas más densamente pobladas fueron las de Mesoamérica, en América Central, y la andina, en la cordillera de los Andes. 

Primeras civilizaciones mesoamericanas y andinas
     Alrededor del 900 a.C. los Olmecas ocuparon una región selvática  del actual territorio de México. Nunca formaron un Estado unificado, sino que eran distintas comunidades que compartieron  una misma forma de pensar y de entender el mundo en el que vivían. La mayoría de los olmecas de dedicaban a las actividades agrícolas. Habitaban en pequeños pueblos situados alrededor de una aldea central, denominadas centros ceremoniales. En los centros ceremoniales se concentraban distintas edificaciones con funciones ceremoniales, principalmente, religiosas o de culto. El centro ceremonial olmeca más importante era La Venta. Se supone que allí vivían los sacerdotes, que eran los mediadores entre los hombres y las divinidades, con unas pocas personas a su servicio. Los sacerdotes no solo eran autoridades religiosas, sino también políticas; su poder era absoluto; por lo que se dice que era una sociedad teocrática[1]. En algunos sectores del centro ceremonial y en los alrededores vivían los artesanos encargados de realizar todos los elementos simbólicos asociados con el culto religioso, como los relieves de los muros, las construcciones y todo tipo de estatuillas ceremoniales.
     Los campesinos vivían en los alrededores del centro ceremonial, en casas hechas de barro. Además de cultivar la tierra, mantenían en condiciones los canales de riego y tenían la obligación de entregar, a modo de tributo[2], parte de las cosechas a sus gobernantes.
     Mientras en Mesoamérica se desarrollaba la civilización olmeca, en la región andina, el centro ceremonial de Chavín de Huantár expandía su influencia hacia otros territorios. Durante unos 400 años (desde el 800 a.C. hasta el 400 a.C.) esta cultura influyó sobre gran parte del actual territorio peruano y lo unificó. El centro ceremonial estaba ubicado en el cruce de varios caminos, por lo que era un área de intercambio de productos, personas, costumbres e ideas entre la costa y la selva. Para entonces, la agricultura constituía el principal medio de subsistencia de estas sociedades. Los conocimientos de astronomía eran fundamentales ya que permitían predecir los fenómenos naturales[3]. Se sospecha que los sacerdotes de Chavín fueron muy precisos en sus predicciones y conocimientos de astronomía, siendo factor de poder sobre el resto de la población.   
     Durante el esplendor de esta cultura, entre 2.000 a 3.000 personas residían en las tierras que rodeaban el centro ceremonial. Vivían en caseríos y aldeas y subsistían de la agricultura, el pastoreo de llamas y la caza de venados. También estaban obligadas a prestar sus servicios al centro ceremonial. Fue así como construyeron esculturas, templos y edificaciones relacionados con el medio que las rodeaba. Por ejemplo, construyeron una montaña artificial para realizar sus rituales religiosos y en ella imitaron el recorrido que el agua tiene en las montañas.
     La otra gran civilización arcaica de Mesoamérica fue la zapoteca. Se desarrolló al sur del territorio olmeca, cerca del océano Pacífico, con eje en dos grandes polos de población: Monte Albán y Mitla. Se trataban de centros religiosos, alrededor de los cuales se ubicaron zonas residenciales. Hacia el siglo X (décimo) a.C., estas ciudades llegaron a tener hasta 30.000 personas. Poseían altares para sacrificios y canchas para juegos de pelota, una actividad de carácter ritual que, muchos siglos después, también realizaron los aztecas.
     Entre el 200 al 700 d.C, aproximadamente, se desarrollaron en la desértica costa peruana varios pueblos que inventaron sus propias técnicas para controlar el agua, y de este modo pudieron sostener economías basadas en la agricultura. Entre estos pueblos, los más significativos fueron los moche (o mochicas), que residían en la costa norte del actual Perú  y los nazca, ubicados en la costa sur. Para entonces las clases gobernantes de estos pueblos que residían en los centros ceremoniales, estaba formada por sacerdotes guerreros, es decir, las clase dirigente se había militarizado[4]. También residían allí los funcionarios y los artesanos especializados (expertos en tejidos de lana, algodón, y pelo; también ceramistas). En los alrededores de las áreas urbanas, vivía el resto de la población, constituida principalmente por campesinos y pescadores.     
     Aproximadamente en el mismo período en que los moches y nazcas se afianzaban en Perú, otros grupos se desarrollaban en Mesoamérica, entre ellos se destacaban los mayas y los teotihuacanos.
     Los mayas habitaron especialmente las zonas selváticas del sur y sudeste de México y América Central. La base de su economía era la agricultura. Para cultivar en la selva aplicaban el sistema de roza y quema; con los que liberaban el terreno de vegetación silvestre y con las cenizas como abono, sembraban en los espacios libres. También en las tierras inundadas, construían campos elevados, y dónde se encontraban ríos, construían canales de riego. Cultivaban principalmente maíz.  Construyeron grandes ciudades en las que vivían las clases dirigentes (sacerdotes, guerreros, funcionarios), cada una de estas ciudades controlaban las aldeas más próximas, que eran habitadas por funcionarios de menor rango, artesanos, comerciantes y principalmente, campesinos. A diferencia de otros pueblos, los mayas desarrollaron la escritura[5], reservada solo para altos funcionarios del Estado. Entre los años 300 y 900, la cultura maya logró su máxima expansión, por los actuales territorios de Honduras, El Salvador, Guatemala, y el sur de México. Por entonces las ciudades más destacadas fueron, Uaxactún, Copán, Piedras Negras, Tulum Calakmuk y Palenque.
     En los siglos XII (doce) y XIII (trece), hubo un florecimiento de esta civilización alrededor de las ciudades de Chichen-Itzá y Uxmal al norte de Yucatán.. A la llegada de los españoles, muchas de las ciudades mayas ya habían desaparecido después de una prolongada guerra civil; que fue una de las causas[6] de la decadencia de la civilización maya.
     En el valle de México, cerca del lago Texcoco, la ciudad de Teotihuacán fue el centro comercial y religioso más importante de Mesoamérica durante varios siglos. Se trata de un lugar de peregrinación religiosa, debido a que poseía templos dedicados a los principales dioses de varios pueblos mesoamericanos. Fue una ciudad planificada, con calles rectas, provisión de agua y sistema de alcantarillas, en las áreas centrales vivían los grupos dirigentes, estaba rodeada de barrios en los que se agrupaban actividades diferentes (artesanos especializados en cerámica, tejidos, joyas, escultores, albañiles, etc.), finalmente los campesinos vivían en la región próxima a esta. A partir del siglo III (tercero) d.C. la ciudad comenzó un rápido proceso de expansión territorial, conquistando a los pueblos vecinos. De esa manera, impuso el pago de tributos a las poblaciones dominadas. Pudo así sostener el aumento de su población, que, hacia el siglo VI (sexto), era de 200 mil personas, casi la misma cantidad que tiene una ciudad mediana actual.


 Teotihuacán

     Tiahuanaco
     

 Huari

     Tiahuanaco[7] y Huari fueron las dos ciudades más importantes del mundo andino durante el período que va del 600 al 1000 d.C. Ambas compartieron la misma religión y su cultura influyó en las costumbres y estilos de otras comunidades indígenas.
     La cultura de Tiahuanaco se desarrolló en el sudeste del lago Titicaca, en la actual Bolivia, y, junto con la cultura de Huari, dominó el área andina entre los siglos VI y IX. Tuvo la capacidad de producir una gran variedad de recursos en un ambiente muy árido, el de la Puna, a casi 4.000 metros sobre el nivel del mar. Lograron practicar la agricultura en forma eficiente gracias a la construcción de terrazas, que le permitieron producir grano en las alturas. También practicaron la ganadería, con la cría de llamas y alpacas, desarrollando una industria textil refinada aprovechando la lana y las fibras obtenidas de esos camélidos.
     Las construcciones de Tiahuanaco muestran una gran capacidad en el uso de materiales, como las piedras y los metales. Entre los monumentos más notables que han pervivido de esa cultura, se destaca a Puerta del Sol - una escultura de piedra tallada-, decorada con una figura muy repetida por los pobladores en las piezas de alfarería y las cerámicas: se trata de un supuesto dios circundado por cabezas humanas y de cóndores que lo observan.
     Esta cultura se expandió hacia la zona meridional andina, y el centro urbano se convirtió en un importante lugar de peregrinación religiosa para los pobladores del norte del actual Chile y del sur del Perú. La ciudad era una de las construidas  a mayor altura: estaba a 3900 metros sobre el nivel del mar.
     La cultura Huari tuvo su máximo esplendor entre los años 650 y 800. Se desarrolló a partir de un centro urbano cercano a la actual ciudad de Ayacucho, en las tierras altas del sur del Perú. Esta civilización se caracteriza por tres elementos: las construcciones, los tejidos y las piezas de alfarería, decoradas con representaciones de los mitos de los pobladores. Las decoraciones son geométricas y con una gran variedad de colores: blanco, negro, amarillo, marrón y rojo.
      Las construcciones del lugar se caracterizan por los recintos rectangulares, divididos por calles y caminos, cuyos altos muros, de entre 6 y 12 metros, estaban hechos de piedra. Los pobladores de Huari construyeron, además, canales de riego para disponer de tierras fértiles y obtener más alimento. Esta cultura se expandió hasta controlar la región central andina, incluso Cajamarca y Cusco.



Actividad:
1)- En dos columnas, una correspondiente a Mesoamérica y la otra a Región andina, ubique las diferentes culturas y sus períodos en orden de aparición, comenzando con las más antiguas, hasta las menos antiguas.  
2)- Con los datos que aporta el texto de este capítulo (Nro. 2), respecto de las primeras civilizaciones Mesoamericanas y andinas; realizar un cuadro comparativo que responda al siguiente esquema:

Región
Cultura
Período
Ciudades
Características
Actividades económicas
Técnica de cultivo
Mesoamérica






Andina










Trabajo Práctico Nº  9 de Historia y Geografía del 1er Ciclo  

Tema: Características geográficas del continente Americano
Mesoamérica    
     Los primeros poblados agrícolas de Mesoamérica se desarrollaron en tres regiones de diferentes características geográficas:
     La costa del Golfo de México, era una muy extensa planicie formada por la tierra y las piedras que arrastraban grandes ríos que bajaban de las sierras vecinas y que provocaban frecuentes inundaciones. Había, además, abundantes lluvias.
     El valle de México, era un valle situado a 2000 metros de altura sobre el nivel del mar y rodeado de altas montañas. En él había un gran lago alimentado por lagunas de aguas dulces y por ríos.
     En la península de Yucatán se diferenciaban dos zonas: en el norte, las tierras bajas que se extendían hacia el mar; y en el sur, las tierras altas en el centro de la península. Esta región resultaba la menos apropiada de las tres para una buena producción agrícola, porque había selvas en las tierras altas y desiertos en las tierras bajas. A pesar de ello, el pueblo que se instaló en la península de Yucatán, los mayas, logró desarrollar la agricultura con riego, por medio de canales, extracción de agua subterránea y cultivos en las riberas de los ríos. Con la aplicación de la técnica de la roza o milpa, los mayas también practicaron la agricultura en medio de la selva.
     En estas tres regiones, hacia el 2000 a.C. se establecieron las primeras aldeas de agricultores que cultivaban maíz, calabazas, porotos y otras pequeñas plantas. Pero las primeras ciudades se desarrollaron mucho más rápidamente allí dónde los hombres tuvieron que enfrentar los mayores obstáculos para desarrollar la agricultura. Los esfuerzos que los mayas de la península de Yucatán realizaron para obtener tierra fértil y agua para el riego, fortalecieron la organización de sus ciudades-Estados.

Región andina
     Los primeros poblados agrícolas de la región andina se desarrollaron en dos regiones: la costa del litoral del océano Pacífico y las montañas de la cordillera de los Andes. En cada una de ellas, hubo algunos sitios más favorables que los otros para el establecimiento de las primeras aldeas permanentes. En la costa, fueron los valles de los ríos que traían agua desde las montañas; y en las montañas, los valles ubicados entre 2400 y 3400 metros de altura, fértiles y con abundantes bosques y arroyos permanentes.
     Desde el 2000 a.C., en distintos lugares de la costa y de las montañas, los campesinos descubrieron que, mediante el cultivo, la fertilización y el riego, podían aumentar la producción de maíz, de calabaza y de poroto. En la costa la producción agrícola creció rápidamente y también aumentó la población, pero la sociedad siguió organizada en aldeas y no hubo grandes centros urbanos. En cambio cuando el maíz comenzó a ocupar un lugar importante en la alimentación de los habitantes de las aldeas de las montañas, su cultivo originó la necesidad de construir sistemas de riego y aplicar diferentes técnicas agrícolas. A partir de la necesidad de organizar un trabajo más complejo, lentamente, algunas aldeas de las montañas se convirtieron en ciudades.


Actividad:
1)- Localizar e indicar en el mapa: Océano Atlántico; Océano Pacífico; Océano Glacial Ártico; Groenlandia; Islandia; Europa; América del Norte, América Central; América del Sur; Estrecho de Bering; Asia; Montañas Rocallosas, Montes Apalaches; Cordillera de los Andes; Golfo de México, Mar Caribe; Río Missisipi; Río Amazonas; Macizo de las Guayanas; Meseta del Mato Grosso; Gran Chaco; Patagonia, Pampas, Mar Argentino.

2)- Indicar en el mapa del continente americano, el área correspondientes a las regiones descriptas en el texto con sus respectivos nombres.



Trabajo Práctico Nº  10 de Historia y Geografía del 1er Ciclo  

Tema: Características geográficas del continente Americano. Mapa


Trabajo Práctico Nº  11 de Historia y Geografía del 1er Ciclo  

Tema: La sociedad urbana en América
     En América, las primeras ciudades surgieron cuando los pueblos tuvieron que construir obras y aplicar diversas técnicas para lograr el riego de los cultivos y la fertilización de las tierras.
     Tanto en Mesoamérica como en la región andina, la organización de estos trabajos estuvo a cargo de los responsables de los centros ceremoniales, que eran los edificios para uso religioso. Las primeras ciudades americanas se organizaron alrededor de ellos. La construcción planificada de los centros ceremoniales fue muy diferente de la de las primeras aldeas, de las que solo quedaron huellas de humildes casas construidas en desorden.
     Los primeros edificios para centros ceremoniales fueron simples plataformas de tierra y pirámides truncadas, terminadas con templos o altares muy sencillos. Más tarde, las construcciones religiosas se fueron haciendo más elaboradas, con esculturas y escalinatas, y se convirtieron en el centro de la ciudad. Alrededor de los templos se levantaron las casas y los palacios de los sacerdotes y otros funcionarios del Estado.
     Los Estados que organizaron las primeras sociedades urbanas americanas fueron Estados teocráticos, porque toda la autoridad residía en los sacerdotes. Ellos poseían los conocimientos necesarios para el funcionamiento de la vida cotidiana del pueblo y organizaban los ritos que debían cumplir todos los integrantes de la sociedad. A medida que las ciudades-Estado crecieron, la guerra fue frecuente entre ellas. Por eso, con el tiempo, un grupo de jefes guerreros también ejerció la autoridad junto con los sacerdotes.



Actividad:
1)- ¿Cuáles eran las características de los centros ceremoniales?
2)- ¿Quiénes eran los responsables y habitaban de los centros ceremoniales?
3)- ¿Qué significa que un Estado sea de carácter teocrático?
4)- ¿Qué funciones cumplían los sacerdotes?
5)- ¿Qué consecuencias políticas produjo el enfrentamiento entre ciudades-Estados?



Trabajo Práctico Nº  12 de Historia y Geografía del 1er Ciclo  

Tema: La organización económica y social
     Las sociedades de las primeras ciudades-Estado americanas estaban fuertemente jerarquizadas. Con el fortalecimiento de la autoridad de los centros ceremoniales, los sacerdotes se convirtieron en un grupo privilegiado que adquirió cada vez mayor poder y control sobre el resto de la sociedad.
     Los campesinos de las aldeas cercanas y de otras más alejadas pero que participaban de las ceremonias religiosas, estaban obligados a pagar al centro ceremonial tributos en alimentos y trabajo. La entrega de una parte de la producción de las aldeas aseguraba la alimentación de los sacerdotes y de todos los funcionarios de la ciudad-Estado. Además, el centro ceremonial almacenaba los productos entregados como reserva y los distribuía entre los campesinos en las épocas de malas cosechas. Los sacerdotes impusieron a los campesinos un sistema de trabajo obligatorio para la construcción de edificios y de templos y para el acarreo de los materiales necesarios.
     Además de los campesinos, la población de las ciudades estaba formada por los artesanos, comerciantes y sirvientes. También había esclavos que, en su mayoría, eran prisioneros de guerra o infractores de las leyes.

 

Actividad:
1) Buscar en el diccionario el significado de las palabras: Jerarquía, privilegio, tributo.
2)- ¿Quiénes debían tributar, en que formas y cuales eran las finalidades del tributo?
3)- ¿Qué grandes grupos sociales pueden advertirse en la lectura del texto?
4)- ¿Cuáles eran los motivos que hacían que un indígena pasara a tener condición de esclavo?



Trabajo Práctico Nº  13 de Historia y Geografía del 1er Ciclo  

Tema: Los aztecas
     A comienzos del siglo XII (doce), los aztecas[8] (tenochcas o mexicas) eran uno de los numerosos pueblos de lengua náhuatl[9] en América Central. Por aquel entonces, eran un pueblo nómade y guerrero, que vagaba por el norte del actual México y subsistía mediante la recolección de frutos y la caza de animales. En ocasiones, los aztecas se desplazaban hacia el sur, ya fuera para obtener alimentos, ya para servir como mercenarios en los conflictos de otros grupos más organizados, de agricultores sedentarios. Pronto surgieron tensiones entre los aztecas y estas sociedades y, para enfrentarlas, los aztecas desarrollaron sus habilidades militares.
     Por entonces, migraron hasta el valle de México, donde se vincularon con otras etnias aborígenes. Allí fueron dominados por los toltecas y debieron ocupar zonas marginales de los territorios del valle, como ser las tierras bajas, inundables cercanas al lago Texcoco.

Los orígenes del dominio azteca
     En el primer cuarto del siglo XIV (catorce), los principales rivales de los aztecas -entre ellos, los tlaxcaltecas y algunas ciudades mayas- enfrentaron graves crisis como consecuencia de malas cosechas y conflictos internos. Los aztecas aprovecharon la oportunidad y, en un islote del lago Texcoco, fundaron Tenochtitlán, que llegó a ser (luego de Teotihuacan), la ciudad más importante del continente americano antes de la llegada de los europeos. Cubría pare de lo que hoy es la ciudad de México.
     Una vez instalados en su ciudad principal los aztecas construyeron una eficaz organización social, base de su expansión posterior. Este sistema estaba íntimamente ligado a la estructura urbana de Tenochtitlán. La ciudad estaba dividida 20 clanes, llamados calpulli, cuyos pobladores, originalmente estaban vinculados por lazos de parentesco; estos veinte clanes se agrupaban en 4 barrios mayores comunicados por canales.
     Cada clan (o calpulli) poseía un templo, tierras dedicadas a la agricultura y una administración propia a cargo de un funcionario, el calpullec.
     La agricultura era la base de la economía azteca, siendo el maíz su principal cultivo. Fuera de Tenochtitlán y su área de influencia próxima, las tierras se conseguían generalmente por medio de la conquista.
     Las tierras de los calpulli se dividían, a su vez, en parcelas de uso privado[10] y parcelas de uso estatal. Los funcionarios o jefes militares de cada calpulli (calpullec) concentraban la mayor cantidad de tierras, mientras que los habitantes de los barrios recibían todos los años una porción de terreno para cultivarla y vivir en ella[11]. Sin embargo, se reservaba también una gran cantidad de tierras que los habitantes de los calpulli debían labrar en beneficio del Estado.   

Tenochtitlán

Organización política y social azteca
          Los productos de estas explotaciones permitían financiar los gastos militares y religiosos de los aztecas. Una parte de la producción se destinaba al comercio y otros productos eran redistribuidos. De este modo, si un barrio producía algún cultivo que le faltaba a otro, el Estado se ocupaba de almacenarlo y enviarlo al lugar donde se lo necesitaba.
     El calpulli enviaba a sus representantes (los calpullec) a un consejo supremo, o Tlatocán, que tenía funciones administrativas, políticas y jurídicas. Este consejo elegía cuatro oficiales encargados del mando de los ejércitos (o “Consejo de los cuatro príncipes”). El oficial más importante, el máximo gobernante de la Confederación era el Tlatoani[12] (“el que tiene el poder de hablar”), quien tenía funciones civiles, militares y religiosas (era el representante de los dioses, no un dios, ni un hijo del dios); su cargo, no era hereditario; de familia real, lo elegía el Tlatocán y podía ser destituido[13]. Iniciaba las guerras, decidía la paz, dictaba justicia y promulgaba las leyes. Esta suma de funciones en el gobernante supremo, hace que la forma de gobierno azteca se clasifique como una teocracia militar.
     A medida que la confederación azteca creció en poderío, aumentaron las diferencias sociales. En términos generales la sociedad se estructuraba de la siguiente manera:
-Nobles, denominados pipilitzín: ejercían las altas funciones del gobierno, el ejército y el sacerdocio.
-Comerciantes, divididos en pochtecas, embajadores y espías al mismo tiempo, que comerciaban fuera de Tenochtitlán, y tlanamacanís que vendían en la ciudad. Constituían un grupo intermedio que, según el grado de riqueza y servicios, disfrutaba de notorias distinciones.
-Plebeyo o macehualtin: se encargaban de los trabajos manuales y agrícolas. Hombres comunes, habitaban los calpullis; además de los macehuatlin había otras dos categorías: los mayeques, campesinos sin tierras, al servicio de nobles y /o comerciantes y los tlacotin   eran esclavos que podían poseer bienes y tenían derecho a comprar su libertad mientras sus hijos eran libres.
-Esclavos: condición de los prisioneros de guerra o delincuentes a quienes se comerciaba en el mercado, o de los que llegaban a ese estado por deudas impagas, tanto voluntariamente como de modo forzado.
    

La expansión azteca
     El eficaz funcionamiento de la organización socioeconómica de los calpulli de Tenochtitlán y la capacidad guerrera de este pueblo permitieron que el Estado azteca se expandiera desde el punto de vista tanto político como militar. Los aztecas debieron su fama a sus habilidades en el campo de batalla y su potencia militar, reforzada por sus convicciones religiosas. Pronto, la influencia del Estado azteca se extendió a gran parte de América Central.
     Los aztecas extendieron su dominio sobre las demás culturas de la región, pero no desarrollaron una fuerte unidad política (no era un imperio bien integrado; por eso había frecuentes rebeliones). Establecieron una confederación, es decir, un pacto entre Estados que mantenían su autonomía, aunque estaban sometidos al pago de tributos.
     Los Estados de Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopán conformaron una alianza con cierta supremacía sobre el resto de las poblaciones.
     La anexión de un nuevo territorio empezaba con largas negociaciones de los embajadores aztecas, que ofrecían protección a otro Estado o ciudad y le hacían ver las ventajas de unirse a la Confederación. Si no se lograba un “acuerdo” en los términos aztecas, se iniciaba la guerra. Una vez hecha la conquista, se establecía una provincia tributaria. El pueblo derrotado, cada seis meses debía pagar un impuesto. Pero los aztecas no intervenían en la política, ni en la economía local, no realizaban obras públicas; únicamente dejaban una guarnición militar en la zona para sofocar los posibles alzamientos de los conquistados.
     La organización del dominio azteca reproducía, en mayor escala, el sistema de la capital. Las ciudades conquistadas por los aztecas eran obligadas a pagar tributo[14], pero, además, sus habitantes pasaban a formar parte del sistema de sus conquistadores. Durante una porción del año, contribuían con su trabajo para labrar una parte de sus tierras, que el Estado dominador se había reservado para sí.
     Los aztecas también extendieron a todo su dominio el sistema de redistribución  que existía en Tenochtitlán. Los bienes que se obtenían por medio del comercio[15] en las zonas más lejanas, mediante largas caravanas de cargadores que seguían a los comerciantes viajeros que podían llegar a demorar hasta dos años en regresar, eran concentrados en Tenochtitlán y, desde allí, llegaban a otros lugares igualmente lejanos. A su vez, la influencia de los aztecas llegaba a regiones cada vez más remotas, de las que se podían obtener bienes más raros y lujosos mediante el comercio. Esto se hizo evidente en la intensa actividad de los mercados de bienes suntuarios de Tenochtitlán, en los que la cantidad de objetos y la actividad comercial aumentaron en la misma proporción en que se extendía el dominio.
     Este sistema funcionó exitosamente durante la dominación azteca antes de la llegada de los españoles. Sin embargo, la lealtad de las ciudades dominadas era débil; estas siempre resistieron a sus enemigos, que se habían convertido en sus señores. Esto tuvo graves consecuencias para los aztecas cuando llegaron los españoles, ya que las ciudades dominadas transfirieron su lealtad a los nuevos conquistadores. Para estos grupos subordinados, someterse a un poder extranjero tenía las mismas ventajas y desventajas que someterse a cualquier otro pueblo: por una parte, los conquistadores los protegían de otros poderosos; por otra, les exigían tributos y riquezas. De hecho, para muchas de estas ciudades, tanto los aztecas como los españoles eran solo el ejemplo más reciente de una larga historia de dominaciones extranjeras.


Religión azteca
     Los aztecas, como la mayoría de las comunidades indígenas americanas, eran politeístas. Entre sus dioses principales se encontraba Quetzalcoatl[16], considerado el iniciador de la civilización. La religiosidad estaba presente en todas las actividades. En sus ceremonias se realizaban ofrendas y sacrificios humanos para obtener el favor de los dioses. La expansión les permitía a los aztecas hacerse de prisioneros, luego víctimas para ofrecer a los dioses, que reclamaban sangre humana como alimento: la captura de prisioneros se llamaba “guerra florida”. Por eso se dice que las conquistas militares eran fuente de riquezas y de prestigio, pero también una misión religiosa.
 



Actividad:
1)- ¿Cuál era la base de la economía azteca?
2)- Explique la relación entre el calpulli, como estructura urbana, y su función en lo económico, social y político dentro de la sociedad azteca.
3)- Describa la estructura política azteca, el rol de las conquistas militares y sus características. 
4)- Describa los grupos sociales aztecas y sus características.
5)- ¿Cómo funcionaba la Confederación azteca? ¿Cual era el papel del tributo en ella?
6)- ¿Qué características tenía el sistema comercial azteca?
7)- ¿Qué consecuencias produjo la débil lealtad de las ciudades dominadas?
8)- ¿Que quiere decir que la cultura azteca era politeísta? ¿En qué consistía la función religiosa de las conquistas militares?



Trabajo Práctico Nº 14 de Historia y Geografía del 1er Ciclo  

Tema: Los incas
     Con centro en la ciudad de Cuzco (actual Perú), los incas constituyeron un imperio luego de dominar a otras etnias y lograr el control de las zonas que estas ocupaban.
     Existe una leyenda sobre el surgimiento de la familia inca: narra que los cuatro hermanos Ayar dieron origen a esa familia y que uno de ellos -llamado Manco Capac-, caracterizado como un poderoso guerrero, fundó la ciudad de Cuzco[17].

El mito y la agricultura
     La leyenda del origen de los incas contiene varias referencias al cultivo de la papa y otros productos andinos. Por ejemplo, explica que los hermanos Ayar tuvieron que sembrar papa en un cerro antes de llegar a Cuzco. De esta manera, el mito refería a la expansión de la agricultura en la región andina, donde, antes de los incas, predominaban los grupos de cazadores, recolectores y pastores.
    
El mantenimiento de estructuras políticas y económicas
     De la división del territorio en cuatro suyus proviene el nombre que los incas daban a su Estado, Tawantisuyu[18], que en lengua quechua significa “el imperio de los cuatro suyus”. Esta división hacía más gobernable una inmensa extensión de tierras que, en las épocas de esplendor del imperio, abarcaban casi 5000 kilómetros.
     El Estado adoptó algunas formas de organización que ya existían. Por ejemplo, en cada provincia y en cada comunidad, se mantuvo al gobernador local, denominado cacique o curaca. Tales autoridades, sin embargo, se encontraban sometidas al poder de una autoridad única: el Inca, por lo que el Estado incaico se organizaba como un Estado centralizado.
     También se mantuvieron antiguas estructuras económicas. Antes de la llegada de los incas, las comunidades se organizaban en ayllus, esto es, en conjuntos de familias que habitaban un poblado y que poseían sus propias tierras para la subsistencia. Con la reconquista inca, las tierras y los bienes de los ayllus fueron expropiados y pasaron a pertenecer al Estado. De estos bienes apropiados, el Estado devolvía algunos a la comunidad a fin de garantizar su subsistencia, y el ayllu debía pagar un tributo a cambio de explotar esos recursos.
     El tributo, que consistía en tiempo de trabajo, era denominado mita. La mita obligaba a los habitantes de todas las comunidades a trabajar un número estipulado de días al año, durante los cuales prestaban servicios a la comunidad. Se trataba, sobre todo, de labores de agricultura o pastoreo, de minería, construcción o artesanía.
     La suprema autoridad del imperio era el soberano Inca (“hijo predilecto del Sol”), un ser divino, al que se trataba con la misma veneración que a un dios. Todo cuanto había bajo el Sol, le pertenecía: la tierra, el agua, los animales y los hombres. Su palacio se encontraba en el Cuzco, vivía junto a su enorme familia. Tenía una esposa principal[19] - la Coya- elegida entre las propias hermanas del monarca; de este matrimonio surgía el heredero, y así el trono quedaba siempre dentro de la misma familia.
     La familia del Inca constituía la nobleza de sangre y de ella surgía los gobernantes, los administradores, los jefes militares y los sumos sacerdotes; estos nobles fueron llamados “orejones”, por los españoles, debido a que los aros que utilizaban estiraban los lóbulos de sus orejas, esta modalidad era un símbolo de status y reconocimiento en este sector de la sociedad.  Entre estos funcionarios nobles (orejones) existían los Apus o Señores que se ocupaban de administrar cada una de las cuatro regiones del imperio, luego los gobernadores o Tucuy rucu (el que todo lo ve”-), de las diferentes provincias de cada región, que residían en las capitales junto con sus consejeros y colaboradores. El imperio[20] llegó a tener, en su expansión, más de 80 provincias, viéndose en la necesidad de incorporar a la nobleza muchos integrantes de las regiones aliadas como gobernadores, así surgieron los Incas de privilegio, parientes ficticios del soberano con los mismos privilegios que los nobles de sangre.
     Por debajo de los orejones, una gran cantidad de funcionarios de distinta jerarquía controlaban y supervisaban que se cumplieran las disposiciones del gobierno: encargados de depósitos estatales, guardianes de puentes, censistas, contadores, etc.
     Los sacerdotes también constituían un estamento social privilegiado. A la cabeza de ellos se hallaba el Ruillac-umu, generalmente un tío o hermano del Inca.
     Las obligaciones del trabajo productivo recaían sobre el sector de los puric, o sea, los hombres adultos que tenían a su cargo el cultivo de la tierra, el cuidado del ganado y las tareas industriales.
     En una escala inferior al puric se hallaban los yanaconas, clase hereditaria de sirvientes, muy próximos a los esclavos, integrada por descendientes de pueblos rebeldes y por individuos reducidos a ese estado por algún delito grave.
     No conocieron la moneda ni los impuestos pero toda la producción era entregada al Estado. Los puric cultivaban, junto con sus hijos, una parcela de tierra para mantener a la familia, pero estaban obligados igualmente a -en días y tiempos señalados- a cultivar las tierras del Sol y del Inca; además de estar sujetos a la mita. La producción agrícola era recogida en los almacenes del Estado para ser redistribuida. Una parte era para el Inca y la nobleza; otra destinada al mantenimiento del culto; otra servía al sostenimiento de viudas, huérfanos e impedidos y el resto se entregaba al pueblo.
     Las características del terreno obligaron, por parte del Estado incaico a la construcción de terrazas cultivables y/o andenes de cultivo que permitían ampliar los terrenos disponibles, y a emprender obras de riego de asombrosa eficacia y perfección, para controlar la distribución de agua, evitar que la lluvia arrastrara la tierra fértil y mantener la humedad; algunos de ellos aún se usan luego de 600 años y todavía hoy pueden observarse el trazado de canales a lo largo de muchos kilómetros.
Terrazas cultivables

El imperio inca
     El comienzo del Estado incaico es difícil de determinar con exactitud. Dado que los incas no desarrollaron la escritura, el conocimiento que se tiene sobre ellos no deriva de documentos o registros del propio pueblo, sino de la información que se puede obtener estudiando su arquitectura, su cerámica, sus tejidos, su religión, y las crónicas de los españoles y los mestizos (hijos de incas y españoles).
      Se sabe que los incas eran una de las etnias que, hacía el siglo XIII (trece), habitaban los Andes centrales, en la zona de Cuzco. Estas etnias andinas eran grupos establecidos en un territorio, que poseían una lengua y una cultura en común.
     Los historiadores presumen que, alrededor del año 1200, los incas comenzaron un proceso de expansión y de conquista de los pueblos vecinos; dominaron primero las zonas cercanas a su asentamiento. Como eran un pueblo guerrero, con un ejército fuerte y poderoso, los incas lograron extenderse rápidamente por la costa del océano Pacífico. La conquista se iniciaba por medio de la guerra, pero no tenía el objetivo de destruir a los pueblos vencidos, sino el de incorporarlos. Las autoridades de las etnias conquistadas eran, así, agregadas al sistema de gobierno del Estado incaico.
     Para dominar una región, los incas ofrecían a los pobladores, primeramente, la anexión al imperio. Les respetaban sus creencias y sus autoridades locales, pero les exigían aceptar y obedecer la máxima autoridad del Inca, rendir culto al dios Sol (que era la religión oficial) y cumplir con la mita, es decir, realizar trabajos para el Estado incaico. Si aceptaban, los curacas o caciques eran gratificados con regalos (ropas, joyas, tierras, inclusive mujeres), y, sus hijos varones eran trasladados al Cuzco para ser educados[21] en la cultura dominante estatal y ser asimilados a sus grupos dirigentes. Si la población no aceptaba la anexión (o dominación), eran incluidos al Tawantisuyu en forma violenta, guerra mediante.  Se imponía un nuevo curaca leal al Estado y si la conflictividad continuaba, trasladaban a los grupos rebeldes a otras regiones[22] e introducían poblaciones leales dentro de los territorios hostiles.
     Hacia 1460, los incas habían formado un enorme Estado, sometiendo a gran variedad de pueblos, lenguas y culturas, y se habían convertido en la sociedad estatal más grande y desarrollada de América antes de la llegada de los  españoles. El extenso territorio gobernado por los incas, dividido en cuatro provincias o suyus, se extendía desde el sur de lo que hoy es Colombia hasta el centro del actual Chile. En el territorio de la actual Argentina, llegaron hasta las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán y Catamarca.
     Después de la irrupción de los españoles, alrededor del año 1532, finalizó el período de dominación incaica en la región andina.

Practicas religiosas: las huacas y la religión estatal
     En materia de religión, también se mantuvieron antiguas estructuras. Los incas, también eran politeístas. El grupo de divinidades que los incas imponían a las etnias conquistadas permitió que cada comunidad siguiera venerando a sus propios dioses y manteniendo sus propios cultos locales. Entre estos últimos, el culto de los espíritus y los antepasados era fundamental. La adoración de las huacas[23] era, justamente, la adoración a ciertos lugares -piedras, colinas, cuevas, tumbas-, considerados sagrados por sus características de residencia de aquellos espíritus.
     Al mismo tiempo que tomaban estas creencias religiosas locales, los incas impusieron el respeto y la adoración de sus propias divinidades, que pasaron a convertirse en la religión del Estado, Dada la vinculación de los incas con la naturaleza, no es de extrañar  que sus dioses estuviesen asociados a elementos naturales. Así, una de las figuras religiosas más importantes Inti, el Sol, era una deidad central: los incas creían que su poder y sus rayos alimentaban la tierra y a los seres humanos. Los incas impusieron a Inti, el Sol, como dios principal, pero en el Tawantisuyu había también dioses regionales, locales, familiares y hasta personales. Otra figura era Viracocha, el Creador, considerado padre y madre de los otros dioses, se asociaba con el agua y el lago Titicaca  

  

Actividad:
1)- ¿En que consiste el mito fundacional incaico?
2)- ¿En que reside el carácter de Estado centralizado de los incas?
3)- Defina: Curaca-Ayllu-Mita
4)- Describa la estructura política (de gobierno) y social (los grupos sociales) de la cultura inca.
5)- ¿Por qué se dice que los incas no conocieron los impuestos?
6)- ¿Cuál era el destino de la producción agrícola?
7)- ¿Qué tipo de obras realizaba el Estado incaico para favorecer la producción agrícola?
8)- ¿Cuál era la forma y condiciones de dominación del imperio inca?
9)- ¿Con que finalidad eran trasladados al Cuzco, los hijos de los caciques recientemente anexados al imperio?
10)- Características de la religión y las prácticas religiosas incaicas.


[1] Consideraban que la autoridad de sus jefes o gobernantes provenía de los dioses.
[2] Tributo, Contribución o impuesto recaudado por el grupo dirigente o el Estado,  que podía ser pagado en especies (granos, cueros, oro, etc.) o con trabajo (reparación de acequias, construcción de templos, etc.).
[3] como ser, el inicio y fin de las estaciones del año, su duración, y, por ende, los períodos de lluvias, sequías, etc.
[4] El cambio climático producto del fenómeno de “El niño” sobre la costa del Pacífico, por ese entonces, aparentemente complicó la disposición de recursos para la subsistencia, obligando a estos pueblos a perfeccionar la organización de sus Estados y complejizar la dirección técnica de las obras de riego y almacenamiento de agua (pozos, acueductos subterráneos, canales, etc.), tendientes a mejorar el rendimiento de los cultivos. Estas circunstancias acentuaron el carácter jerárquico de sus sociedades y extremó el concepto de autoridad entre gobernantes y gobernados.
[5] La escritura maya, hoy día, solo fue descifrada parcialmente. Además la sociedad maya tuvo una lengua propia -aunque variaba de acuerdo a cada región- configurando dialectos, como el tzotzil y el quiché.
[6] Junto con otras como la degradación del ambiente  que ocupaban, el descenso de la natalidad y la violencia que caracterizaba las relaciones entre grupos sociales y las ciudades.
[7] “Ciudad de los dioses”.
[8] Azteca: de Aztlán, “Lugar de las Garzas”.
[9] Náhuatl: lengua hablada por los pueblos originarios del norte de México que se establecieron en oleadas sucesivas en la altiplanicie mexicana. Los primeros en llegar fueron los toltecas; luego arribaron los chichimecas y, finalmente, los aztecas.
[10] Originariamente los aztecas desconocían la propiedad privada, que surge posteriormente como consecuencia de las sucesivas guerras de expansión.
[11] Utilizaban avanzadas técnicas agrícolas. En las orillas de los lagos construían chinampas (o “islas flotantes”), mediante la acumulación de ramas, estacas, barro y plantas enlazadas por medio de las raíces de los árboles. Se aprovechaba la humedad de estas islas para realizar diversos cultivos, especialmente hortalizas.
[12] También se lo conoce con la denominación Huey Tlatoani (“Gran Orador), incluso se lo indica como Tlacatecuhtli (“el jefe de los hombres”).
[13] Por debajo del Tlatoani; co-gobierna su representante y consejero, el Cihuacóatl (“mujer serpiente”, aunque el poseedor del cargo fuera siempre un hombre), en ausencia del Tlatoani, dirigía la ciudad y era el encargado de la recolección y almacenado de los tributos.
[14] Los encargados de recolectar el tributo se denominaban calpixquis (“guardianes de la casa”) o recaudadores de tributos, residían en cada provincia conquistada. En total, 371 ciudades pagaban tributos.
[15] El comercio era otra de las actividades principales de la economía azteca: en grandes mercados se vendían una amplia variedad de productos (telas de algodón, oro, plata, piedras preciosas, obsidiana, mantas y esclavos). Desconocían la moneda, el trueque era la modalidad de intercambio; o utilizaban el grano de cacao y ciertos tipos de mantas a modo de moneda. Existían comerciantes profesionales llamados pochtecas, que comerciando a nombre del Tlatoani (y/o propio), podían actuar como embajadores, llevando regalos a otros gobernantes y como espías. El conquistador español Bernal Díaz de Castillo ha dejado una interesante descripción de uno de los mercados más famosos, de Tlatelolco, ciudad incorporada a Tenochtitlán.  
[16] Quetzalcoatl, “Serpiente Emplumada”, dios benéfico.
[17] Los incas contaban que ellos habían sido elegidos para su glorioso destino muchos años antes  de Pachacuti (el noveno Inca, considerado el verdadero fundador de la organización imperial). Decían que el dios Sol, compadecido por la miseria y la ignorancia de los hombres, había enviado a sus hijos Manco Capac y Mama Ocllo para que construyeran una gran civilización. Debían partir desde el lago Titicaca con un bastón de oro y establecerse en el lugar donde aquél se hundiera sin esfuerzo. Ese lugar fue el Cuzco, donde levantaron una ciudad y comenzó la historia de los incas, hijos del Sol.
[18]  Que quiere decir: “Dominio de las cuatro regiones”.
[19] Podía tener hasta 700 esposas secundarias, que eran seleccionadas entre mujeres de la nobleza o entre hijas de los principales curacas.
[20] Imperio, hace referencia a la organización política de un pueblo cuando extiende su poder sobre otros. Un imperio es una unidad política. El término imperio ha sido utilizado para designar un sistema político que comprende amplios territorios centralizados por una región determinada. A veces la persona del emperador o las instituciones políticas centrales representaron su autoridad y su fuerza.
[21] Los educadores o sabios acerca de la cultura incaica se llamaban amautas.
[22] La gente desplazada de un lugar a otro recibía el nombre de mitimae   
[23] Las huacas podían ser tanto un lugar sagrado (lago manantial, cerro, volcán), como un antepasado generalmente el fundador del ayllu.

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