sábado, 12 de octubre de 2013

Los gobiernos radicales


Hipólito Yrigoyen (1852-1933)

Trabajo Práctico Nº 16 de Historia y Geografía del 3er Ciclo

Tema: Los gobiernos radicales
El radicalismo en el gobierno (1916-1930)
   Contrariamente a los que esperaban los conservadores, la Unión Cívica Radical triunfó en las elecciones presidenciales de abril de 1916. La fórmula radical, integrada  por Hipólito  Yrigoyen (1852-1933) y Pelagio Luna (1867-1919), se impuso por un amplio margen, dado que obtuvo casi 340 mil votos, mientras que los socialistas, aproximadamente 53 mil votos. Estos resultados mostraban que la adhesión popular al radicalismo superaba al apoyo que convocaban las demás fuerzas políticas, consideradas en conjunto. Sin embargo, los conservadores todavía tenían el control de importantes provincias como la de Buenos Aires y buena parte de los cargos en el Congreso.
   El máximo dirigente radical, Hipólito Yrigoyen, llegó de ese modo al poder e inauguró una etapa de gobiernos radicales que se extendió hasta 1930.

Hipólito Yrigoyen y la causa radical:
   La Unión  Cívica Radical contaba con dirigentes de clase alta  a los que se habían unido otros de origen más humilde. A diferencia de otros partidos, su organización a través de comités extendidos por todo el país -fue el primer partido de alcance nacional -había incorporado a una ciudadanía  de sectores medios y bajos, una base electoral que con el tiempo llegó a ser cada vez más amplia. Entre otras razones, esto llevó a Yrigoyen a considerar que su partido era la encarnación de la nación y que la suya era la causa de la patria .Consideraba que su tarea era reparar la situación creada por el régimen falaz y descreído que le había precedido, y poner en vigencia la Constitución nacional atropellada por el fraude. La vocación popular y la fuerte personalidad que tenía Yrigoyen le ocasionaron serios conflictos oposición. Era muy difícil que los  conservadores -y, por otras razones, también los socialistas-admitieran el papel que el radicalismo se asignaba sobre el futuro del país.     

Las presidencias radicales:
     La popularidad y el liderazgo de Hipólito Yrigoyen lo llevaron a ganar dos veces las elecciones presidenciales. En su primera presidencia (1916-1922), para realizar la “reparación” que se propuso, intervino políticamente varias provincias, entre ellas, Buenos Aires. Para el radicalismo, el reemplazo de los gobiernos conservadores, suponían la garantía de elecciones limpias.
     La apertura democrática también se manifestó de otras maneras, por ejemplo, la educación fue uno de los ámbitos de interés. Como símbolo de igualdad, se dispuso que los alumnos usaran guardapolvo blanco en las escuelas estatales. Además, el gobierno intervino en las luchas de los estudiantes universitarios que se sucedían desde hacía mucho tiempo. Así, en 1917 se dispuso la Reforma Universitaria, que favoreció le democratización de las universidades nacionales[1]. No obstante, Yrigoyen también debió enfrentar serios conflictos sociales, que agudizaron las críticas de los partidos opositores a su gobierno.
     Al finalizar el primer período presidencial de Yrigoyen, Marcelo T. de Alvear[2] (1868-1942) -que, por su origen social, estaba más cerca de los gobernantes anteriores, es decir, los grupos elitistas conservadores- se convirtió en el segundo dirigente radical en llegar a la presidencia. La buena situación económica que atravesó el país, favoreció su período de gobierno (1922-1928), si bien en el plano político, la conflictividad se mantuvo, sobre todo debido a la división  del radicalismo.
     En 1928, Yrigoyen debió enfrentar una oposición, en la que se encontraba un nuevo grupo, el de los denominados radicales antipersonalistas[3], que se oponían al liderazgo de tipo personalista que él ejercía. Sin embargo, volvió a imponerse en las elecciones: obtuvo más de 800 mil votos; el doble de los que apoyaron al principal partido opositor. Esta inmensa popularidad permitió que Yrigoyen le diera un nuevo carácter a este gobierno. Sin embargo el aumento de los empleos públicos, favorecido desde el gobierno, y las críticas que esta situación suponía fueron algunos de los motivos de la crisis institucional que terminarían con su mandato.

Yrigoyen durante su primera presidencia, en un acto oficial en el Departamento Central de Policía. A su lado el jefe de la Policía de la Capital, Elpidio González.


La cuestión del petróleo
      Luego del descubrimiento de petróleo en Comodoro Rivadavia (Chubut) en 1907 y en Plaza Huincul (Neuquén) en 1918, el Estado argentino inició su intervención en la búsqueda y la explotación de este recurso natural.
     Durante la presidencia de Yrigoyen, el petróleo cobró relevancia en la agenda de los partidos políticos, debido a que el recurso tenía una gravitación creciente en la economía mundial y también en el país. Algunos integrantes de las fuerzas armadas cercanos al yrigoyenismo, como el coronel Enrique Mosconi (1877-1940), proponían que el Estado mantuviera el monopolio en la administración de los recursos petroleros. También creían necesario que se expropiaran las concesiones otorgadas a las empresas extranjeras para explorar y explotar los yacimientos. Mosconi fue el primer director de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), empresa del Estado creada por Yrigoyen en 1922.
     Posteriormente, la propuesta del nacionalismo petrolero fue central en la campaña proselitista radical para las elecciones de 1928. La defensa de esta estrategia política respecto del petróleo enfrentó a Yrigoyen con intereses poderosos[4].

 General de División Enrique Mosconi (1877-1940)


La ampliación de la democracia
     Durante los gobiernos radicales se amplió la democracia y la ciudadanía se expresó libremente gracias a la aplicación de la Ley Sáenz Peña. Aunque el fraude no se pudo eliminar por completo, desde un punto de vista electoral, la democracia se practicó como nunca antes en el país.
     La participación también se extendió al mundo del trabajo. En efecto, el gobierno inició un diálogo con los dirigentes de los principales gremios obreros y, por su mediación se solucionaron a favor de estos últimos varios conflictos con los empleadores. Fue el caso de los ferroviarios o el de los obreros del puerto, cuyas actividades tenían gran importancia para la economía del país. Además, se impulsaron las leyes que beneficiaron a los trabajadores: la de Arriendos para el campo, la de Jubilación, la de Seguro de Trabajo y la que estableció la jornada laboral de ocho horas. 
     No obstante, el gobierno también afrontó serios conflictos obreros, que fueron duramente reprimidos. A principios del verano de 1919, se produjo una huelga de trabajadores metalúrgicos en la cuidad de Buenos Aires, en la que murieron cuatro operarios como resultado de la represión. Esto desencadenó una convocatoria a la huelga general. La ciudad de Buenos Aires y otros lugares del país vivieron un proceso de violencia que se conoció como Semana Trágica[5].  El Ejército intervino para restaurar el orden. También grupos civiles conservadores, algunos organizados en la Liga Patriótica Argentina, participaron en la feroz represión, que afectó a obreros, dirigentes de izquierda y judíos, a quienes se acusaba de querer importar al país una revolución como la que se había producido en Rusia. Posteriormente, huelgas en la Patagonia fueron reprimidas duramente por el Ejército en los episodios que se conocen como Patagonia trágica. Eso ensombreció los últimos años del primer gobierno de Yrigoyen. 

 Semána Trágica - Ciudad de Buenos Aires 1919

 Sucesos de la Patagonia Trágica - Santa Cruz 1920-21

     La Ley Sáenz Peña suponía la conformación de partidos políticos que representaran los intereses de los ciudadanos, como condición para el funcionamiento de la democracia. La UCR y el Partido Socialista ya estaban funcionando. Los conservadores, en cambio, no fueron capaces de ponerse de acuerdo y quedaron divididos en facciones. Solo el Partido Demócrata Progresista, dirigido por el santafesino Lisandro de la Torre, pudo organizarse, aunque no contaba con el apoyo de todos los conservadores del país.
     La relación entre la UCR y los opositores no fue respetuosa ni tolerante. A los obstáculos que esto suponía, se agregaron las divisiones internas. En 1924, el radicalismo se fracturó entre yrigoyenistas y antiyrigoyenistas. También el Partido Socialista se dividió[6].
     Además, surgieron grupos nacionalistas extremos, influidos por la política europea, que comenzaron a atacar ala democracia. El poeta Leopoldo Lugones (1874-1938), militante de uno de esos grupos (aunque surgió de la izquierda), reclamaba la intervención del Ejército en la política.

La Argentina y la Primera Guerra Mundial
     La Primera Guerra Mundial puso al país en una situación muy delicada, dadas las relaciones comerciales que la Argentina mantenía con los Aliados. En oposición a las presiones de los que querían apoyar a Gran Bretaña, Yrigoyen mantuvo la neutralidad del país. Esta posición independiente -a pesar de los ataques que sufrieron barcos argentinos[7] por parte de submarinos alemanes en 1917- se sostuvo posteriormente, cuando en 1919 se formó la Sociedad de las Naciones[8], una institución supranacional destinada a evitar una nueva contienda mundial. Entonces, los representantes argentinos propusieron que todos los países, independientemente de su poder, mantuvieran la misma representación. Como esto no fue aceptado, la Argentina se retiró de la Sociedad en defensa de la soberanía igualitaria de todas las naciones.

Efectos sobre la economía
     Aunque el presidente Yrigoyen sostuvo una política de neutralidad frente a la Primera Guerra Mundial, el comercio exterior fue seriamente limitado. Los países enfrentados en la contienda destinaron sus capitales a financiar el conflicto, lo que afectó la economía argentina, que dependía del capital y el comercio internacionales. Las exportaciones agrícolas disminuyeron. También se redujeron las importaciones, especialmente de artículos de consumo para la población, como el combustible. La escasez de estos productos provocó el aumento de los precios, y la situación se agravó con el desempleo producido por la caída de las exportaciones argentinas. De este modo, nuestro país entró en una etapa de crisis económica que duró varios años. Si bien, con el fin de la guerra, la Argentina volvió a crecer y a gozar de un período de prosperidad, el comercio internacional había cambiado profundamente.
     La guerra modificó el mapa económico mundial. Gran Bretaña ya no pudo recuperar el liderazgo que había ejercido mundialmente, y los Estados Unidos pasaron a ser la primera potencia. Estos cambios tuvieron repercusiones en Argentina.
     Los estadounidenses aumentaron sus inversiones en nuestro país en muchos sectores industriales, como la producción de máquinas para el campo, automóviles y camiones. Mientras la Argentina vivió en la prosperidad, se benefició con las nuevas inversiones. Pero la situación sufrió un vuelco sin retorno con la crisis de 1929[9].   

La consolidación de las clases medias
     La sociedad argentina de la década de 1920 era muy diferente de la del siglo XIX. La inmigración masiva de europeos y los cambios económicos producidos en la región pampeana, el Litoral, Córdoba y Mendoza habían transformado la vida de las personas. La población de las ciudades había aumentado. Además del crecimiento de Buenos Aires y las capitales de provincias, habían surgido grandes urbes como Rosario o Bahía Blanca. El campo había incorporado al trabajo tecnología de origen reciente para el trabajo. Las comunicaciones eran cada vez mejores gracias al teléfono, el ferrocarril, y también los camiones y los automóviles.
     Sin embargo, estas transformaciones no abarcaron todo el territorio nacional. Muchas zonas del norte, por ejemplo, habían cambiado muy poco desde el siglo anterior. El crecimiento desigual era una deuda pendiente que hacía imposible hablar de una sociedad única. Varios mundos sociales convivían y esta situación era especialmente perceptible entre los trabajadores. Al mismo tiempo, muchos de ellos, en las ciudades del Litoral, pudieron mejorar sus vidas: pequeños y medianos comerciantes, artesanos que dirigían sus talleres o empleados de servicios públicos compraron la casa propia, mandaron a sus hijos a la escuela y accedieron a nuevas formas de consumo y entretenimiento con sus ingresos y los de su familia. Muchos de los miles de inmigrantes que dejaron a su país realizaron, de ese modo, su sueño de progreso para ellos y para sus hijos. Hacer la América no sólo significaba enriquecerse. Para la mayoría, suponía asegurar la vejez y brindar a sus descendientes una vida mejor.
     El crecimiento del crecimiento del Estado, la prosperidad económica de la década de 1920 y los avances del sistema educativo consolidaron la posición de la clase media: empleados, docentes, comerciantes, profesionales. Este sector, era el principal destinatario de los nuevos productos que aparecieron en el mercado[10]. Desde el cine, la radio, los diarios y revistas, se satisfacían los gustos de hombres y mujeres, jóvenes y niños de ese grupo. Se publicaron nuevos diarios. -como Crítica y El Mundo-, y revistas, como El Gráfico, Billiken o Para Ti. El cine de los domingos y la radio, que empezaba a convocar a las familias por la noche, alimentaron nuevas aspiraciones y fantasías.
     La década de 1920 fue para muchos una época dorada. Como otros países, también la Argentina parecía haber logrado el progreso. O, al menos, muchos sentían al alcance de la mano.
 Marcelo Torcuato de Alvear (1868-1942)

La crisis institucional  
     Durante los gobiernos radicales, la ampliación de la democracia no fue bien recibida por todos. Los grupos económicos poderosos y los conservadores desconfiaban de la llegada de nuevos hombres al poder. La intolerancia se impuso en la relación entre los partidos opositores y el gobierno, especialmente con la figura de Hipólito Yrigoyen. Cuando, en 1928, asumió su segunda presidencia, los políticos estaban enfrentados: por un lado, los yrigoyenistas y, por el otro, todos los demás.
     Entre los más críticos, estaban los nacionalistas, que creían que la democracia liberal había provocado la decadencia del país. Para ellos, era necesario que el sistema cambiara, como había sucedido en Italia, España y Portugal. Proclamaban la necesidad de un gobierno fuerte.
     En medio de esta situación, Yrigoyen debió enfrentar la crisis económica provocada por la caída de la Bolsa de Nueva York en 1929. A ese hecho, le siguió la Gran Depresión. 
     Los diarios -La Nación, La Prensa, y sobre todo el sensacionalista Crítica - criticaron muy duramente al gobierno. Algunos creyeron que había llegado el momento de destituir a Yrigoyen. Nacionalistas, conservadores, radicales antiyrigoyenistas y socialistas independientes se unieron con ese objetivo. Para ello, buscaron en el Ejército un aliado que liderara el golpe de Estado. Ese hombre fue el general José Félix Uriburu (1877-1933) quién, el 6 de septiembre de 1930, encabezó el golpe militar que derrocó a Yrigoyen[11]. Por primera vez, desde la asunción de Mitre en 1862, se quebraba el orden institucional y un presidente elegido por el pueblo era destituido de su cargo. También, se disolvió el Congreso y se suspendieron las garantías constitucionales.
     Muchos creyeron que ese cambio iba a restablecer el orden y eliminar a los radicales del poder. Contra lo esperado, a pocos meses del golpe, los radicales volvieron a triunfar en Buenos Aires en las elecciones provinciales en 1931. En respuesta, el gobierno de facto anuló los comicios.
     La fuerza se empleó también contra los trabajadores anarquistas o comunistas y contra otros sectores de la población. La prisión, la tortura y los fusilamientos fueron el triste saldo de la crisis institucional. Ante la imposibilidad de lograr el cambio que los nacionalistas esperaban, Uriburu adelantó las elecciones.

El presidente de facto, José Félix Uriburu (Izq.)



[1] La Reforma Universitaria del 18 se inició en la Universidad Nacional de Córdoba. Pronto se plegaron el resto de las casas de altos estudios (tres nacionales: Buenos Aires, La Plata, Córdoba y dos provinciales: Litoral y Tucumán). Las principales demandas de los estudiantes eran la modificación de los planes de estudios, la autonomía universitaria y el cogobierno estudiantil. Yrigoyen escuchó sus pedidos. Así fue como se ampliaron las posibilidades de la clase media de aspirar a la educación superior y se crearon nuevas universidades. El movimiento estudiantil pronto se proyectó en América.
[2] La fórmula se completaba con Elpidio González (1875-1951), hombre de confianza de Yrigoyen.
[3] Estos conocidos en un principio como “azules” o “galeritas”, se opusieron a Yrigoyen acusándolo de su personalismo en un intento -infructuoso- por limitar sus relaciones con las clases populares. Las diferencias internas que aparecieron desde los comienzos de su gestión llevarían a la división que se haría definitiva en 1925.
[4] El eje de la disputa fue la intención de la compañía estadounidense Standad Oil Co. de explotar yacimientos petrolíferos en la provincia de Salta. Hasta entonces, la extracción del petróleo y la distribución de combustible había sido una actividad que compartían la empresa estatal YPF y compañías privadas nacionales. La Standard Oil Co. había obtenido el apoyo de la clase política conservadora provincial, mientras que el yrigoyenismo sostenía que, como las reservas petrolíferas eran un recurso estratégico para el desarrollo nacional, debía impedirse la penetración de capital extranjero. 
[5] En diciembre de 1918 comenzó una huelga en los talleres metalúrgicos Pedro Vasena e Hijos. La industria metalúrgica se había visto profundamente  afectada por la Primera Guerra Mundial e intentaba bajar costos. Los obreros, a su vez, pretendían obtener mejoras en sus condiciones de trabajo y en sus salarios. La huelga pronto se convirtió en un conflicto sindical generalizado que terminó con 700 muertos y cerca de 4000 heridos, y pasó a la historia como la Semana Trágica.
[6] El PS había sufrido una división en 1917, debido a la postura del partido frente a la Guerra Mundial, se formaría de esta división el Partido Socialista Internacional (proclamaba una postura a favor del internacionalismo proletario revolucionario, y pacifista), el cual se iba a transformar en el Partido Comunista Argentino. La rama más “conservadora” (inspirada por Antonio de Tomaso y Federico Pinedo) del PS en 1927 produciría una nueva división, el Partido Socialista independiente, formalizado en 1928.
[7] Uno de los buques argentinos hundidos se llamaba “Monte Protegido” y dos meses después, es hundido un buque carguero; en ambos casos, Yrigoyen exigió y obtuvo, por parte del gobierno alemán, amplias satisfacciones.
[8] Sociedad de las Naciones: organización internacional creada y controlada por los vencedores por la Primera Guerra Mundial con el objetivo principal de mantener la paz entre los Estados. Desapareció en la década del treinta. Se la recuerda como principal antecedente de las Naciones Unidas.
[9] Iniciada en Nueva York en el Crack de Wall Street; masiva caída del precio de las acciones que se produjera en Octubre de 1929 en la Bolsa de Nueva York y que marcaría el comienzo de la crisis económica mundial.
[10] Una de las novedades de la época fue el automóvil. Se instalaron entonces en la Argentina empresas - generalmente de origen estadounidense- que importaban automóviles o los armaban con partes importadas.
[11] Luego del golpe de Uriburu, el viejo caudillo permaneció detenido en un barco; poco tiempo después, fue liberado. En 1933, murió en su modesta casa de la calle Brasil. En ocasión de su sepelio, se produjo una de las grandes movilizaciones populares de la década de 1930.

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