Por Javier Noriega
Cristobal Colón o Christophorus Columbus (1451-1506)
navegante, cartógrafo, almirante, virrey y gobernador general de las Indias al servicio de la Corona de Castilla, famoso por haber realizado el descubrimiento de América, el 12 de octubre de 1492, al llegar a la isla de Guanahani, actualmente en Las Bahamas.
“Poco me han aprovechado veinte años de servicio que he servido con tantos trabajos y peligros, que hoy en día no tengo en Castilla una teja; si quiero comer o dormir no tengo, salvo el mesón o taberna, y las más de las veces falta para pagar. Yo no vine este viaje a navegar por ganar honra y hacienda; esto es cierto, porque estaba ya la esperanza de todo en ella muerta”.Carta del último y cuarto viaje de Colón a las Américas.
Fue una voz en el desierto. Isaac Peral se instaló, en 1894, en un
hotelito de la calle Serrano, en Madrid, y se dedicó a ganarse la vida
modestamente como técnico electricista. Enfermo de cáncer, viajó a
Berlín para someterse a una operación. Murió sólo y con deudas. Su pobre
viuda quedaría con problemas económicos. Al poco de morir se le
consideró en todas partes como un genio sin igual, un modelo a seguir.
Del manto general del olvido con el que fue tratado, contribuyó a que
acabara en la tumba siendo todavía joven. Lejos quedaba su medalla al
mérito naval y la multitud de sobresalientes logros de su carrera. El
submarino Peral. Otro de los grandes descubrimientos del mundo quedó
olvidado, sin sus baterías, sin sus motores, sin su tubo lanzatorpedos,
como un cascarón vacío, perdido en un rincón del gaditano arsenal de la
Carraca.
“La muerte verdadera es el olvido, porque si hay algo que
conservamos y atesoramos son nuestros recuerdos. Toda la sustancia de
nuestra vida está en ellos. Dejar de recordar es una disminución de
nuestra personalidad. De nuestra historia”
Gerald Brenan
Colón consultando mapas en su soledad. Grabado del Italiano Galle. Colón solía hacer anotaciones en los libros que leía. Pensamientos. Oro. Especias e incluso emfermedades.
Trabajando con los documentos de la carta Universal de Diego Ribero y con los documentos de Diego Hurtado de Mendoza,
topé con algunas cartas interesantes de Colón, que merece la pena
traer brevemente a espejo de navegantes. Si desconocemos en que
condiciones murió el descubridor y explorador más conocido del mundo,
llama la atención el trato recibido por la historia y sus actores.
También el de su olvido. Como el que ocurrió con Isaac Peral. Que país
este que trata en ocasiones así a sus mejores e inspirados prohombres.
Curiosos paralelos.
Nuevos contornos. Nuevas tierras. Nuevos horizontes para el mundo entero de sus naciones conocidas. Ese fue el significado de Cristobal Colón para la historia, por muchos que se empeñasen a lo largo de la historia en difuminarlo.
Dio a conocer unas tierras hasta entonces ignotas. Navegó entre
huracanes, y viéndose morir, lanzó al mar una carta en un barril
encerado, con el objetivo de que los reyes Católicos, sus grandes
valedores, supieran que había cumplido su misión. Su promesa. Era tan
grande su empeño, que junto a su fe, navegó por mares de altura con una
sola fijación. Sin conocer los límites de aquellos mares. Sin temor a
dicha aventura. Padeció enfermedades y sufrió los motines de los
descontentos, que intentaron su muerte en varias ocasiones. Durante un
año fue naufragó en la isla de Jamaica. Traficó como mercader, actuó
como corsario y como gran almirante del mar Océano.Nunca desmayó en su
afán por conocer. Se equivocó en muchas ocasiones. Pero atinó en la
mayoría. Esta es la historia de un marino de la segunda mitad del siglo
XV.
Mapa de la Española atribuido a Colón en su diario de a bordo. Colón escribió en él, la palabra CIVAO (a la derecha del boceto). Pensaba que había llegado a Cipango.
A los pocos días de llegar de su último viaje, llegando a Sevilla, tras todo lo vivido por el descubridor, tocaba repensar su vida y su futuro más inmediato. Era cuestión de supervivencia. Al poco de pisar la tierra firme de España, moría Doña Isabel. Su gran valedora. ¿Podría volver a navegar?.Era su pregunta. Y es que en su foro interno sabía que sería difícil conseguir construir su anhelada expedición. Sus expediciones, a pesar de su fama, necesitaban de financiación, que hasta ahora habían soportado la corona. E Isabel ya no estaba en este mundo. A pesar de los servicios prestados, ni una teja. ni una lumbre, como decía. El hombre que descubrió América para la posteridad; llegaba a España, enfermo, cargado de deudas y desprestigiado. “Entre la taberna y el mesón, decía Colón. Y las más veces falta dinero para pagar”. En el caso de Peral, era el hotelito modesto y olvidado de Serrano. La misma historia. A ambos simplemente les separaba el paso del tiempo. Casi cinco siglos para ser más exacto. Pero se les pagaba con la misma moneda. Ambos fueron dos hombres preclaros para su tiempo.
Desde Sevilla , el 4 de Enero de 1505…Entre otras cuestiones, la defensa de sus privilegios, su preocupación por cobrar los gastos de su último viaje al nuevo mundo…
De Sevilla a Santo Domingo
Colón nunca dijo donde querían que reposaran sus restos…no pensó en
algo que los mortales nunca piensan. Tuvieron que pasar unos veinte
años, para que su hijo muriera. Con el tiempo, Doña María de Toledo, y
sin que sepamos porque de nuevo, trasladaría ambos cadáveres a Santo
Domingo. Corría el año de 1544 y tampoco tenemos un documento, ni
ninguna anotación notarial que nos relatase aquel embarque, de aquella
mujer en el momento de embarcar con los cuerpos de su querido marido y
padre.
Seguimos navegando. De Santo Domingo a la Habana
Y así, bajo el cielo y el sol de Santo Domingo, los restos de Don
Cristobal y de su hijo Diego, junto a los de otros miembros de la
familia, que se fueron sepultando sucesivamente, permaneciendo en la
catedral hasta el 21 de Noviembre de 1795, fecha en la que la decadencia
del Imperio Español tocaba fondo. Por el Tratado de Basilea,
España perdía la soberanía de la costa oriental de Santo Domingo. Por
eso tocaba retirada de nuevo de sus huesos. De nuevo otro periplo.
Parecía ser el sino de Colón. Seguir navegando.
Finalmente de la Habana a Sevilla
En la catedral reposó el cuerpo del almirante hasta 1898. Año de la
crisis mas conocida de la España de Ultramar. Tras la pérdida de Cuba,
el gobierno Español decidió repratriar los restos de su explorador,
finalmente a la sede hispalense. Y hasta aquí. Cinco siglos de periplo.
Tumba de Colón en la actualidad en la catedral de Sevilla.
A finales de agosto o primeros de Septiembre de 1501, Colón escribía a la reina. La única que dirigió a Doña Isabel. La cuestión estaba clara. El almirante se sentía enfermo y olvidado por todos. En su texto, el descubridor hacía un repaso a su trayectoria vital, justificando su honor. Por supuesto, haciendo hincapie en el descubrimiento de las Indias, cuyo negocio él veía muy grande. Y muy importante… Nunca sabría cuanto de grande. Y cuanto de importante. A día de hoy, parece que por fin en el capitolio, un horizonte lejano, pero tierra firme del continente, se mostrará el retrato de otro Español. De un malagueño para más señas. Bernardo de Gálvez. Por sus méritos. Pero fue cuestión de siglos atrás cuando Colón descubrió el nuevo mundo. Una de las mayores gestas que pasarían a la historia. A pesar de que nunca se le reconoció debidamente. Cosas de nuestra historia. Habrá que hacer buenas las palabras, entre otras por sabio, de otra gran leyenda Española. La de Santiago Ramón y Cajal. Decía algo así como. “La Gloria, en verdad, no es otra cosa que un olvido aplazado”.
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