Hipólito Yrigoyen (1852-1933)
Trabajo Práctico Nº 16 de Historia y Geografía del 3er Ciclo
Tema: Los gobiernos radicales
El radicalismo en el gobierno (1916-1930)
Contrariamente a los que esperaban los
conservadores, la Unión Cívica
Radical triunfó en las elecciones presidenciales de abril de 1916. La fórmula
radical, integrada por Hipólito
Yrigoyen (1852-1933) y Pelagio
Luna (1867-1919), se impuso por un amplio margen, dado que obtuvo casi 340
mil votos, mientras que los socialistas, aproximadamente 53 mil votos. Estos
resultados mostraban que la adhesión popular al radicalismo superaba al apoyo
que convocaban las demás fuerzas políticas, consideradas en conjunto. Sin
embargo, los conservadores todavía tenían el control de importantes provincias
como la de Buenos Aires y buena parte de los cargos en el Congreso.
El máximo dirigente radical, Hipólito
Yrigoyen, llegó de ese modo al poder e inauguró una etapa de gobiernos
radicales que se extendió hasta 1930.
Hipólito
Yrigoyen y la causa radical:
La Unión Cívica Radical contaba con
dirigentes de clase alta a los que se
habían unido otros de origen más humilde. A diferencia de otros partidos, su
organización a través de comités extendidos
por todo el país -fue el primer partido de alcance nacional -había incorporado
a una ciudadanía de sectores medios y
bajos, una base electoral que con el tiempo llegó a ser cada vez más amplia.
Entre otras razones, esto llevó a Yrigoyen a considerar que su partido era la encarnación de la nación y que la suya
era la causa de la patria .Consideraba que su tarea era reparar la situación
creada por el régimen falaz y descreído que le había precedido, y poner en
vigencia la Constitución
nacional atropellada por el fraude. La vocación popular y la fuerte
personalidad que tenía Yrigoyen le ocasionaron serios conflictos oposición. Era
muy difícil que los conservadores -y,
por otras razones, también los socialistas-admitieran el papel que el
radicalismo se asignaba sobre el futuro del país.
Las presidencias radicales:
La popularidad y el liderazgo de Hipólito Yrigoyen lo llevaron a ganar
dos veces las elecciones presidenciales. En su primera presidencia (1916-1922),
para realizar la “reparación” que se propuso, intervino políticamente varias
provincias, entre ellas, Buenos Aires. Para el radicalismo, el reemplazo de los
gobiernos conservadores, suponían la garantía de elecciones limpias.
La apertura democrática también se
manifestó de otras maneras, por ejemplo, la educación fue uno de los ámbitos de interés. Como símbolo de
igualdad, se dispuso que los alumnos usaran guardapolvo blanco en las escuelas
estatales. Además, el gobierno intervino en las luchas de los estudiantes
universitarios que se sucedían desde hacía mucho tiempo. Así, en 1917 se
dispuso la Reforma Universitaria, que favoreció le democratización de
las universidades nacionales[1].
No obstante, Yrigoyen también debió enfrentar serios conflictos sociales, que
agudizaron las críticas de los partidos opositores a su gobierno.
Al finalizar el primer período
presidencial de Yrigoyen, Marcelo T. de
Alvear[2] (1868-1942) -que, por su origen
social, estaba más cerca de los gobernantes anteriores, es decir, los grupos elitistas
conservadores- se convirtió en el segundo dirigente radical en llegar a la
presidencia. La buena situación económica que atravesó el país, favoreció su
período de gobierno (1922-1928), si bien en el plano político, la
conflictividad se mantuvo, sobre todo debido a la división del radicalismo.
En 1928, Yrigoyen debió enfrentar una
oposición, en la que se encontraba un nuevo grupo, el de los denominados radicales antipersonalistas[3],
que se oponían al liderazgo de tipo personalista que él ejercía. Sin embargo,
volvió a imponerse en las elecciones: obtuvo más de 800 mil votos; el doble de
los que apoyaron al principal partido opositor. Esta inmensa popularidad
permitió que Yrigoyen le diera un nuevo carácter a este gobierno. Sin embargo
el aumento de los empleos públicos, favorecido desde el gobierno, y las
críticas que esta situación suponía fueron algunos de los motivos de la crisis
institucional que terminarían con su mandato.
Yrigoyen durante su primera presidencia, en un acto oficial en el Departamento Central de Policía. A su lado el jefe de la Policía de la Capital, Elpidio González.
La cuestión del petróleo
Luego del descubrimiento de petróleo en
Comodoro Rivadavia (Chubut) en 1907 y en Plaza Huincul (Neuquén) en 1918, el
Estado argentino inició su intervención en la búsqueda y la explotación de este
recurso natural.
Durante la presidencia de Yrigoyen, el
petróleo cobró relevancia en la agenda de los partidos políticos, debido a que
el recurso tenía una gravitación creciente en la economía mundial y también en
el país. Algunos integrantes de las fuerzas armadas cercanos al yrigoyenismo,
como el coronel Enrique Mosconi (1877-1940),
proponían que el Estado mantuviera el monopolio en la administración de los
recursos petroleros. También creían necesario que se expropiaran las
concesiones otorgadas a las empresas extranjeras para explorar y explotar los
yacimientos. Mosconi fue el primer director de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), empresa del Estado creada por
Yrigoyen en 1922.
Posteriormente, la propuesta del
nacionalismo petrolero fue central en la campaña proselitista radical para las
elecciones de 1928. La defensa de esta estrategia política respecto del
petróleo enfrentó a Yrigoyen con intereses poderosos[4].
General de División Enrique Mosconi (1877-1940)
La ampliación de la democracia
Durante los gobiernos radicales se amplió la
democracia y la ciudadanía se expresó libremente gracias a la aplicación de la
Ley Sáenz Peña. Aunque el fraude no se pudo
eliminar por completo, desde un punto de vista electoral, la democracia se
practicó como nunca antes en el país.
La participación también se extendió al
mundo del trabajo. En efecto, el gobierno inició un diálogo con los dirigentes de los principales gremios obreros y, por su mediación se solucionaron a favor de
estos últimos varios conflictos con los empleadores. Fue el caso de los ferroviarios o el de los
obreros del puerto, cuyas actividades tenían gran importancia para la economía
del país. Además, se impulsaron las leyes
que beneficiaron a los trabajadores: la de Arriendos para el campo, la de
Jubilación, la de Seguro de Trabajo y la que estableció la jornada laboral de
ocho horas.
No obstante, el gobierno también afrontó
serios conflictos obreros, que fueron duramente reprimidos. A principios del
verano de 1919, se produjo una huelga de trabajadores metalúrgicos en la cuidad
de Buenos Aires, en la que murieron cuatro operarios como resultado de la
represión. Esto desencadenó una convocatoria a la huelga general. La ciudad de
Buenos Aires y otros lugares del país vivieron un proceso de violencia que se
conoció como Semana Trágica[5]. El Ejército intervino para restaurar el
orden. También grupos civiles conservadores, algunos organizados en la Liga Patriótica Argentina, participaron en la feroz
represión, que afectó a obreros, dirigentes de izquierda y judíos, a quienes se
acusaba de querer importar al país una revolución como la que se había
producido en Rusia. Posteriormente, huelgas en la Patagonia fueron
reprimidas duramente por el Ejército en los episodios que se conocen como Patagonia trágica. Eso ensombreció los
últimos años del primer gobierno de Yrigoyen.
Semána Trágica - Ciudad de Buenos Aires 1919
Sucesos de la Patagonia Trágica - Santa Cruz 1920-21
La Ley Sáenz Peña suponía la conformación de
partidos políticos que representaran los intereses de los ciudadanos, como
condición para el funcionamiento de la democracia. La UCR y el Partido Socialista ya
estaban funcionando. Los conservadores, en cambio, no fueron capaces de ponerse
de acuerdo y quedaron divididos en facciones. Solo el Partido Demócrata Progresista, dirigido por el santafesino Lisandro de la Torre, pudo organizarse,
aunque no contaba con el apoyo de todos los conservadores del país.
La relación entre la UCR y los opositores no fue
respetuosa ni tolerante. A los obstáculos que esto suponía, se agregaron las
divisiones internas. En 1924, el radicalismo se fracturó entre yrigoyenistas y antiyrigoyenistas. También el Partido Socialista se dividió[6].
Además, surgieron grupos nacionalistas
extremos, influidos por la política europea, que comenzaron a atacar ala
democracia. El poeta Leopoldo Lugones (1874-1938), militante de uno de esos
grupos (aunque surgió de la izquierda), reclamaba la intervención del Ejército
en la política.
La Argentina y la Primera Guerra
Mundial
La Primera Guerra Mundial puso al
país en una situación muy delicada, dadas las relaciones comerciales que la Argentina mantenía con
los Aliados. En oposición a las presiones de los que querían apoyar a Gran
Bretaña, Yrigoyen mantuvo la neutralidad
del país. Esta posición independiente -a pesar de los ataques que sufrieron
barcos argentinos[7] por
parte de submarinos alemanes en 1917- se sostuvo posteriormente, cuando en 1919
se formó la Sociedad de las Naciones[8],
una institución supranacional destinada a evitar una nueva contienda mundial.
Entonces, los representantes argentinos propusieron que todos los países,
independientemente de su poder, mantuvieran la misma representación. Como esto
no fue aceptado, la
Argentina se retiró de la Sociedad en defensa de la soberanía igualitaria
de todas las naciones.
Efectos sobre la economía
Aunque el presidente Yrigoyen sostuvo una
política de neutralidad frente a la Primera
Guerra Mundial, el comercio exterior fue seriamente limitado.
Los países enfrentados en la contienda destinaron sus capitales a financiar el
conflicto, lo que afectó la economía argentina, que dependía del capital y el
comercio internacionales. Las exportaciones agrícolas disminuyeron. También se
redujeron las importaciones, especialmente de artículos de consumo para la
población, como el combustible. La escasez de estos productos provocó el aumento de los precios, y la situación
se agravó con el desempleo producido
por la caída de las exportaciones argentinas. De este modo, nuestro país entró
en una etapa de crisis económica que
duró varios años. Si bien, con el fin de la guerra, la Argentina volvió a
crecer y a gozar de un período de prosperidad, el comercio internacional había
cambiado profundamente.
La guerra modificó el mapa económico
mundial. Gran Bretaña ya no pudo recuperar el liderazgo que había ejercido
mundialmente, y los Estados Unidos pasaron a ser la primera potencia. Estos
cambios tuvieron repercusiones en Argentina.
Los estadounidenses aumentaron sus
inversiones en nuestro país en muchos sectores industriales, como la producción
de máquinas para el campo, automóviles y camiones. Mientras la Argentina vivió en la
prosperidad, se benefició con las nuevas inversiones. Pero la situación sufrió
un vuelco sin retorno con la crisis de
1929[9].
La consolidación de las clases medias
La sociedad argentina de la década de 1920
era muy diferente de la del siglo XIX. La inmigración masiva de europeos y los
cambios económicos producidos en la región pampeana, el Litoral, Córdoba y
Mendoza habían transformado la vida de las personas. La población de las ciudades había aumentado. Además del crecimiento
de Buenos Aires y las capitales de provincias, habían surgido grandes urbes
como Rosario o Bahía Blanca. El campo había incorporado al trabajo tecnología de origen reciente para el
trabajo. Las comunicaciones eran
cada vez mejores gracias al teléfono, el ferrocarril, y también los camiones y
los automóviles.
Sin embargo, estas transformaciones no
abarcaron todo el territorio nacional. Muchas zonas del norte, por ejemplo,
habían cambiado muy poco desde el siglo anterior. El crecimiento desigual era una deuda pendiente que hacía imposible
hablar de una sociedad única. Varios mundos sociales convivían y esta situación
era especialmente perceptible entre los trabajadores. Al mismo tiempo, muchos
de ellos, en las ciudades del Litoral, pudieron mejorar sus vidas: pequeños y
medianos comerciantes, artesanos que dirigían sus talleres o empleados de
servicios públicos compraron la casa propia, mandaron a sus hijos a la escuela
y accedieron a nuevas formas de consumo y entretenimiento con sus ingresos y
los de su familia. Muchos de los miles de inmigrantes que dejaron a su país
realizaron, de ese modo, su sueño de progreso para ellos y para sus hijos.
Hacer la América
no sólo significaba enriquecerse. Para la mayoría, suponía asegurar la vejez y
brindar a sus descendientes una vida mejor.
El crecimiento del crecimiento del Estado,
la prosperidad económica de la década de 1920 y los avances del sistema
educativo consolidaron la posición de la clase
media: empleados, docentes, comerciantes, profesionales. Este sector, era
el principal destinatario de los nuevos productos que aparecieron en el mercado[10].
Desde el cine, la radio, los diarios y revistas, se satisfacían los gustos de
hombres y mujeres, jóvenes y niños de ese grupo. Se publicaron nuevos diarios.
-como Crítica y El Mundo-, y revistas, como El Gráfico, Billiken o Para Ti. El
cine de los domingos y la radio, que empezaba a convocar a las familias por la
noche, alimentaron nuevas aspiraciones y fantasías.
La década de 1920 fue para muchos una época dorada. Como otros países,
también la Argentina
parecía haber logrado el progreso. O, al menos, muchos sentían al alcance de la
mano.
La crisis institucional
Durante los gobiernos radicales, la ampliación de la democracia no fue
bien recibida por todos. Los grupos económicos poderosos y los conservadores
desconfiaban de la llegada de nuevos hombres al poder. La intolerancia se
impuso en la relación entre los partidos opositores y el gobierno, especialmente
con la figura de Hipólito Yrigoyen. Cuando, en 1928, asumió su segunda
presidencia, los políticos estaban enfrentados: por un lado, los yrigoyenistas
y, por el otro, todos los demás.
Entre los más críticos, estaban los nacionalistas, que creían que la
democracia liberal había provocado la decadencia del país. Para ellos, era
necesario que el sistema cambiara, como había sucedido en Italia, España y
Portugal. Proclamaban la necesidad de un gobierno fuerte.
En medio de esta situación, Yrigoyen debió
enfrentar la crisis económica
provocada por la caída de la
Bolsa de Nueva York en 1929. A ese hecho, le
siguió la Gran Depresión.
Los diarios -La Nación,
La Prensa, y sobre todo el sensacionalista Crítica - criticaron muy duramente al
gobierno. Algunos creyeron que había llegado el momento de destituir a
Yrigoyen. Nacionalistas, conservadores, radicales antiyrigoyenistas y
socialistas independientes se unieron con ese objetivo. Para ello, buscaron en
el Ejército un aliado que liderara el golpe de Estado. Ese hombre fue el
general José Félix Uriburu (1877-1933)
quién, el 6 de septiembre de 1930, encabezó el golpe militar que derrocó a Yrigoyen[11].
Por primera vez, desde la asunción de Mitre en 1862, se quebraba el orden
institucional y un presidente elegido por el pueblo era destituido de su cargo.
También, se disolvió el Congreso y se suspendieron las garantías
constitucionales.
Muchos creyeron que ese cambio iba a
restablecer el orden y eliminar a los radicales del poder. Contra lo esperado,
a pocos meses del golpe, los radicales volvieron a triunfar en Buenos Aires en
las elecciones provinciales en 1931. En respuesta, el gobierno de facto anuló
los comicios.
La fuerza se empleó también contra los
trabajadores anarquistas o comunistas y contra otros sectores de la población.
La prisión, la tortura y los fusilamientos fueron el triste saldo de la crisis
institucional. Ante la imposibilidad de lograr el cambio que los nacionalistas
esperaban, Uriburu adelantó las elecciones.
[1] La Reforma Universitaria
del 18 se inició en la
Universidad Nacional de Córdoba. Pronto se plegaron el resto
de las casas de altos estudios (tres nacionales: Buenos
Aires, La Plata,
Córdoba y dos provinciales: Litoral y Tucumán). Las principales demandas de los estudiantes eran la modificación de los
planes de estudios, la autonomía universitaria y el cogobierno estudiantil.
Yrigoyen escuchó sus pedidos. Así fue como se ampliaron las posibilidades de la
clase media de aspirar a la educación superior y se crearon nuevas
universidades. El movimiento estudiantil pronto se proyectó en América.
[2] La fórmula se completaba con Elpidio
González (1875-1951), hombre de confianza de Yrigoyen.
[3] Estos conocidos en un principio como “azules” o “galeritas”, se
opusieron a Yrigoyen acusándolo de su personalismo en un intento -infructuoso-
por limitar sus relaciones con las clases populares. Las diferencias internas
que aparecieron desde los comienzos de su gestión llevarían a la división que
se haría definitiva en 1925.
[4] El eje de la disputa fue la intención de la compañía estadounidense Standad Oil Co. de explotar yacimientos
petrolíferos en la provincia de Salta. Hasta entonces, la extracción del
petróleo y la distribución de combustible había sido una actividad que
compartían la empresa estatal YPF y compañías privadas nacionales. La Standard Oil Co. había obtenido
el apoyo de la clase política conservadora provincial, mientras que el
yrigoyenismo sostenía que, como las reservas petrolíferas eran un recurso
estratégico para el desarrollo nacional, debía impedirse la penetración de
capital extranjero.
[5] En
diciembre de 1918 comenzó una huelga en los talleres metalúrgicos Pedro Vasena
e Hijos. La industria metalúrgica se había visto profundamente afectada por
la Primera Guerra
Mundial e intentaba bajar costos. Los obreros, a su vez, pretendían obtener
mejoras en sus condiciones de trabajo y en sus salarios. La huelga pronto se
convirtió en un conflicto sindical generalizado que terminó con 700 muertos y
cerca de 4000 heridos, y pasó a la historia como la Semana Trágica.
[6] El PS había sufrido una división en 1917, debido a la postura del
partido frente a la Guerra Mundial,
se formaría de esta división el Partido Socialista Internacional (proclamaba
una postura a favor del internacionalismo proletario revolucionario, y
pacifista), el cual se iba a transformar en el Partido Comunista Argentino. La
rama más “conservadora” (inspirada por Antonio de Tomaso y Federico Pinedo) del
PS en 1927 produciría una nueva división, el Partido Socialista independiente,
formalizado en 1928.
[7] Uno de los buques argentinos hundidos se llamaba “Monte Protegido” y
dos meses después, es hundido un buque carguero; en ambos casos, Yrigoyen
exigió y obtuvo, por parte del gobierno alemán, amplias satisfacciones.
[8] Sociedad
de las Naciones: organización internacional creada y controlada por los
vencedores por la Primera Guerra
Mundial con el objetivo principal de mantener la paz entre los Estados.
Desapareció en la década del treinta. Se la recuerda como principal antecedente
de las Naciones Unidas.
[9] Iniciada en Nueva York en el Crack
de Wall Street; masiva caída del precio de las acciones que se
produjera en Octubre de 1929 en la
Bolsa de Nueva York y que marcaría el comienzo de la crisis económica
mundial.
[10] Una de las novedades de la época fue el automóvil. Se instalaron
entonces en la Argentina
empresas - generalmente de origen estadounidense- que importaban automóviles o
los armaban con partes importadas.
[11] Luego del golpe de Uriburu, el viejo caudillo permaneció detenido en
un barco; poco tiempo después, fue liberado. En 1933, murió en su modesta casa
de la calle Brasil. En ocasión de su sepelio, se produjo una de las grandes
movilizaciones populares de la década de 1930.
No hay comentarios:
Publicar un comentario